La antigua creencia popular del péndulo para saber el sexo del bebé de una embarazada
"Si el movimiento del péndulo se quedaba inmóvil, el presagio era el más temido"

La antigua creencia popular del péndulo para saber el sexo del bebé de una embarazada
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En el corazón de Sierra Morena, junto al embalse de Jándula, perviven tradiciones que parecen sacadas de un cuento oral, pero que fueron, y en algunos casos siguen siendo, parte del día a día de muchas familias. Una de ellas es el conjunto de creencias populares que intentaban predecir el sexo del bebé antes de que la ciencia pudiera hacerlo.
David Uclés, en su sección La península mágica del programa A vivir que son dos días, rescató con detalle estas prácticas ancestrales, todas reales, sin una sola invención. "Todo lo que cuento en ese fragmento es cierto", aseguraba. "No hay nada inventado. Son creencias que me contaron mujeres mayores de la zona, y que se transmitían de generación en generación".
Según relataba, si a la embarazada le aparecían manchas en la cara y su aspecto se "afeaba", era señal de que esperaba una niña: la criatura le robaba la belleza. Si el vientre se abultaba más por la parte superior, también era indicio de una niña. En cambio, si la mujer caía al suelo "de inojo", es decir, de rodillas, se interpretaba como señal de que sería un niño.
Las uñas también hablaban: si las lúnulas (la parte blanca en la base de la uña) se oscurecían, era niña. Sí aparecía una erupción en la parte trasera de las rodillas, niño. Pero cuando no había signos concluyentes, se recurría al método más simbólico y misterioso: la prueba de la medallita.
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Este ritual consistía en "colocar una cadena con un colgante sobre la palma de la embarazada, levantarla tres veces con un pequeño golpe de aire y observar el movimiento del colgante suspendido", explica Uclés. De esta forma, "si el movimiento describía un círculo, sería niño, pero si trazaba una cruz en el aire, niña. Y si se quedaba inmóvil, el presagio era el más temido, un aborto", concluye.
La ginecóloga Sofía Fournier, también presente en el programa, aportó una mirada científica: "Estas creencias no tienen base médica, pero sí un valor antropológico enorme. Reflejan cómo las mujeres buscaban certezas en un momento de incertidumbre, cuando no había ecografías ni pruebas clínicas".




