Fernando Aramburu recuerda el rumor que corría sobre él de pequeño: todo el pueblo acabó escuchando la misma historia
El escritor creció en un barrio donde era difícil tener secretos

Fernando Aramburu recuerda el rumor que corría sobre él de pequeño: todo el pueblo acabó escuchando la misma historia
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El escritor Fernando Aramburu tiene más de 30 títulos a sus espaldas y su novela Patria, además de llegar a la televisión, ha vendido más de un millón de ejemplares y ha sido traducida a más de 15 idiomas. Pero los sueños de este donostiarra no empezaron en la literatura, sino en el fútbol.
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Nacido en el San Sebastián de 1959, Aramburu aprendió pronto que no quería seguir los pasos de su padre y tener una vida de trabajo físico en una fábrica. Vivía junto a sus padres y su hermana Rosa María, ocho años mayor que él, en un barrio de las afueras, Ibaeta, donde podía salir de casa y estar en el campo. "Nosotros vivíamos prácticamente en la última casa de la ciudad, con vistas al campo. Eran unas casas de protección oficial de cuando Franco, para familias humildes e inmigrantes", decía.
La cercanía a la naturaleza permitieron al escritor tener una vida un tanto "salvaje" y "muy sana", en la que pasó la mayor parte de su tiempo en la calle. Aramburu jugaba sobre todo al fútbol con los niños de barrio hasta que el balón ya no se veía. "Fútbol era el deporte nacional del barrio. Además, pertenezco a esa generación muy multitudinaria de niños que algunos llaman el baby boom de finales de los 50, principios de los 60. El barrio estaba atestado de críos, jugábamos 20 contra 21 hasta que se ponía el sol y las madres salían a las ventanas a llamar a los respectivos hijos para que vinieran a cenar, haciendo con la mano el signo de la bofetada si no corríamos porque se estaba enfriando la cena", recordaba.
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Fernando Aramburu, un niño que soñó con ser escritor.
Los niños que jugaban también en el monte, haciendo lanzas, subiéndose a los árboles y construyendo cabañas, con las rodillas siempre arañadas. El ambiente en el barrio era tan cercano que el propio Aramburu reconoce que allí todos se conocían, por lo que era imposible tener secretos. "Una vez, una vecina fue a decirle a mi madre que hablaba solo por la calle. Había mucha chismografía de eso, pero mi madre siempre sabe que yo siempre he ido por mi cuenta, que me he salido de la formación cada vez que he podido", recordaba.
Sus largas tardes con los vecinos y conocer la rutina y esfuerzo de su padre, motivaron al donostiarra a intentarlo con el fútbol, pero no era lo bastante bueno y gracias a Federico García Lorca y El Lazarillo de Tormes, supo que la literatura podía ser su camino.




