Una expedición francesa investiga los más de 200.000 barriles radioactivos hundidos cerca de las costas gallegas
Javier Escartín, responsable del Proyecto Nodssum, ha explicado en 'La Ventana' los detalles de la misión
A lo largo del siglo XX, varias potencias europeas vertieron más de 200.000 barriles radioactivos a 1.000 kilómetros de las costas de Galicia. La falta de jurisdicción en aguas internacionales y una política de residuos nucleares poco consciente del impacto en los ecosistemas, pero dentro del marco de la Agencia Atómica Internacional, ampararon esta práctica que se extendió hasta finales de los años 80.
Hoy, varias décadas más tarde, el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS), ha emprendido una misión sin precedentes para identificar la cantidad exacta de barriles y estudiarlos. Al mando del 'Proyecto Nodssum', nombre bajo el que opera la misión, se encuentra Javier Escartín, geólogo marino e investigador.
"El objetivo principal es determinar el estado de estos bidones y hacer un estudio de impacto sobre los ecosistemas del océano profundo", ha explicado Escartín en La Ventana con Marta del Vado. El proyecto, de la mano robot teledirigido 'UlyX', ha encontrado en su primer día más de 1.000 bidones.
"Hemos ido a una de las zonas que se establecieron en esa época para arrojar estos residuos. Contienen material que se denomina de media y baja radioactividad", ha señalado Escartín. La elección de estas zonas para lanzar los residuos respondió en su momento a criterios geológicos como la estabilidad de la zona o la nula presencia de volcanes que pudieran provocar un desastre natural.
"De momento solo pretendemos muestrear. El problema es que la muestra que podemos conseguir es muy pequeña en comparación a lo que realmente hay", ha confesado Escartín. La dificultad del terreno y su profundidad -entre 4.000 y 6.000 metros- son los mayores obstáculos a superar para llevar a cabo la misión con éxito.
Respecto a la retirada de los residuos, Escartín ha contado que "el gran problema de las aguas internacionales es que no hay una autoridad reconocida". La recogida del material, señalaba, "es viable técnicamente, pero imposible económicamente por la cantidad de barriles que hay". Además, existe el riesgo de que se desintegren al tratar de recuperarlos provocando un daño al ecosistema.
Estas inmersiones son solamente una parte del proyecto. El siguiente paso es "ir con un submarino robot para extraer muestras de los barriles". Por el momento, el 'Ulyx' continúa radiografiando las profundidades de la llanura atlántica en busca de información.