Adilia de las Mercedes, abogada: "Sin la alteración de los sentidos ningún Estado podría hacer la guerra"

Madrid

Existe la creencia de que el antiguo tejo que se puede encontrar en Wraysbury, una localidad situada a unos 35 kilómetros de Londres, ha presenciado momentos históricos de gran calado internacional. Uno de ellos es la firma de la Carta Magna promulgada por el rey Juan I de Inglaterra en 1215 y que contiene los primeros precedentes de la protección de los detenidos.

Guillermo Altares, periodista y redactor jefe de Cultura de El País, parte de esta fecha en 'Banderas rojas', donde repasamos grandes acontecimientos que han marcado la historia de la humanidad. El Habeas Corpus, incluido en la Carta Magna, queda hasta nuestros días como el principio por el que todo detenido tiene derecho a ser consciente de su propia detención -del procedimiento que se está llevando a cabo- y poder, en caso de quererlo, apelarla. Una medida que permitió "hacer frente a la desaparición", como comenta Alfredo González-Ruibal, arqueólogo, en su habitual reflexión al comienzo de la sección.

Entre este principio legal y el concepto de 'genocidio' se puede establecer una relación, según Guillermo Altares. Mientras que el Habeas corpus protege al ciudadano de que un Estado pueda tratarle sin atender a sus derechos fundamentales, el "genocidio responde a la acción de un Estado de hacer lo que quiere con su población". Esta conexión también la señala la abogada Adilia de las Mercedes, fundadora de DEMOS Estudio Legal de Derechos Humanos, vinculada a la llamada "biopolítica", que es cuando un Estado ejerce su poder sobre la vida de sus ciudadanos, en lugar de hacerlo sobre el territorio y lo que este comprende.

Mediante esta "biopolítica", países como EE.UU., El Salvador o Israel, están llevando a cabo una serie de detenciones y extradiciones que no atienden a una justificación judicial o a una base legal sólida. De las Mercedes vincula las similitudes de estos centros de detención, como el llamado Centro de Confinamiento del Terrorismo de El Salvador, con los "campos de concentración" del siglo XX ya conocidos, lo que implica un "retroceso" en materia de derechos de los ciudadanos de un país.

Según la jurista, Europa está también cayendo en una dinámica parecida, sobre todo, en materia de inmigración. "Se está encerrando en sí misma, aislándose del resto de circunstancias que ocurren en el mundo", apuntando que el Pacto Europeo de Migración y Asilo aprobado en mayo de 2024 implica un retroceso en esta materia. De las Mercedes añade que Occidente no debe caer en denominar a aquel que llega a nuestras fronteras como un "otro", ya que en un momento futuro "también [ellos] podemos ser nosotros".