Raquel Peláez: "No hay nada más aspiracional en este país que el chalet"
La periodista repasa cómo el chalet ha pasado de ser refugio aristocrático a emblema del estatus social

El chalet como símbolo aspiracional: la vivienda que define el universo pijo en España
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En España, pocas construcciones tienen tanta carga simbólica como el chalet. No es solo una casa con jardín: es un estatus, una aspiración, una forma de estar y de distinguirse en el mundo. Así lo explica Raquel Peláez en su sección El verano es para pijos en A vivir que son dos días de la SER, donde disecciona con ironía y precisión quirúrgica la evolución del chalet como tótem del pijerío patrio.
"El chalet en España es un elemento fundamental del universo pijo. No hay nada más aspiracional en este país que el chalet", afirma Peláez. Y para demostrarlo, nos lleva hasta los Picos de Europa, donde Alfonso XIII mandó construir el primer "chalet" real: una residencia de estilo inglés con calefacción a vapor, techumbre roja y capacidad para 18 camas. "Pedazo chalet le hicieron", comenta Peláez, subrayando que no era solo un refugio de caza, sino una operación de imagen pública. "Este rey fue el primero en hacer campañas de publicidad reales. Se iba por España a mejorar su reputación de cara al vulgo".
Desde entonces, el chalet ha sido mucho más que una vivienda: es un espejo de clase. Durante el franquismo, con la expansión de la vivienda popular, la clase media abrazó el sueño de la segunda residencia. "A partir de los años 70, empezó a cumplirse el sueño de tener un chalet, una casa en la sierra, una casa de veraneo", señala Peláez. Pero lo verdaderamente pijo, insiste, no es irse de hotel: "Lo más pijo de verdad es tener una casa propia a la que ir a refugiarte, donde no tienes que aguantar los olores de la gente ni desayunar con desconocidos".
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El chalet: desde los Borbones hasta los Preysler
Peláez también repasa Villameona, la mansión de los Preysler-Boyer: "1.370 metros cuadrados, 13 baños, piscina cubierta, cancha de tenis y caseta para el perro; eso sí que fue un siguiente hito aspiracional después del chalet de Alfonso XIII", dice Peláez. Y remata con ironía: "Como dice Mecano, tenemos que quedarnos en el piso montándonos el viaje a Hawái o presentarnos a la presidencia de la Comunidad de Madrid".




