Un informe de una organización de EEUU alerta del crecimiento del extremismo en España tras la cacería racista de Torre-Pacheco

Madrid

El ecosistema de la extrema derecha española está cada vez más fuerte, más conectado a nivel internacional y más preparado para atraer a los jóvenes. Esa es una de las principales conclusiones que ha obtenido la organización estadounidense Global Project Against Hate and Extremism (GPAHE), después de analizar y documentar durante meses las organizaciones de extrema derecha en España.

El informe, que se publica poco después de lo ocurrido en Torre-Pacheco, forma parte de una serie de estudios en los que está trabajando GPAHE mapeando el crecimiento de los grupos de odio y ultraderecha en todo el mundo. En el caso de España, esta organización, referente en el estudio de la extrema derecha mundial, identifica 18 grupos activos, entre los que hay organizaciones neonazis, partidos políticos y entidades en contra de los derechos de las personas LGTBIQ+.

Pone el foco, sobre todo, en dos: CitizenGo, la marca internacional de la organización ultracatólica Hazte Oír, y el partido político Vox. Aunque también destaca el papel de organizaciones neonazis más pequeñas como Democracia Nacional o Núcleo Nacional, a las que es habitual ver en las manifestaciones en contra del Gobierno haciendo el saludo fascista o cantando el ‘Cara al Sol’. Ambas participaron en las protestas contra el Gobierno que tuvieron lugar en Ferraz en noviembre y diciembre de 2023. Las dos, además, abrazan la teoría conspiranoica racista del ‘gran reemplazo’, que sostiene que la población blanca está siendo reemplazada, y lanzan constantemente mensajes racistas, criminalizando a la población migrante.

El carácter racista y anti inmigrante de la extrema derecha en España es en lo que más énfasis hace el estudio. “España ha sido testigo de un resurgimiento del sentimiento nacionalista y anti inmigrante”, apunta la organización. “Aunque los principales partidos políticos rechazan explícitamente el neonazismo y el nacionalismo blanco, algunos elementos de la ideología de extrema derecha se han hecho un hueco en el discurso público, sobre todo a partir del ascenso del partido de extrema derecha Vox.”

"Es un patrón que estamos viendo una y otra vez", explica Heidi Beirich, experta en la extrema derecha americana y europea, y una de las fundadoras de GPAHE. "Los partidos de extrema derecha necesitan una cabeza de turco. Todos lo hacen: judíos, migrantes, personas LGTBIQ+". Vox - y otras organizaciones de extrema derecha que señala el estudio - tienden a intentar convertir la migración en un problema, cuando, en realidad, la inmensa mayoría de la sociedad española no lo percibe como tal. "Es un objetivo muy fácil. Y no importa cuántos migrantes haya en el país", apunta Beirich. "Esto no va de eso: va de aumentar el poder de la ultraderecha demonizando a un grupo de personas que funciona para sus narrativas". El objetivo, asegura, es crear miedo, enfado e ira. Y el problema es que funciona.

"No es marginal"

Vox, sostiene GPAHE, está contribuyendo a la normalización del discurso xenófobo y de políticas que defienden la limpieza étnica. Las consecuencias no se están produciendo solo en la política. Según las investigadoras, este discurso está también alimentando “una nueva ola de violencia impulsada por el odio” que se aprecia en las calles. El ejemplo más reciente es el de las cacerías racistas en Torre-Pacheco (Murcia), impulsadas a través de canales de Telegram por el grupo Deport Them Now, y alentadas por el discurso racista y xenófobo de Vox. La organización, de hecho, señala el papel de José Ángel Antelo, el líder de Vox en Murcia, que está siendo investigado por su posible participación en la incitación a la violencia. De nuevo, un patrón que se repite en todo el mundo, y que hemos visto ya en países como Inglaterra o Irlanda. "Es muy fácil movilizar a la gente en internet, alimentarla con mentiras, señalar a una población y enviarla allí", cuenta Beirich. "Esta es otra de las cosas de los medios de comunicación masivos que tenemos hoy y que no teníamos en el pasado. La gente no se da cuenta de lo poderoso que puede ser. Puede usarse para el bien, como ocurrió en la Primavera Árabe, o puede usarse para el mal. Y lo que estamos viendo, en su mayoría, es que se usa para el mal, no para el bien".

La organización señala cómo algunas de estas organizaciones están consiguiendo “reformular” la “nostalgia franquista” para atraer jóvenes a través de las redes sociales. Este tipo de grupos, apunta GPAHE, son cada vez más sofisticados, expertos en el manejo de plataformas digitales. “No es un fenómeno marginal”, aseguran desde la organización.

Entre los grupos considerados extremistas, están también varios de los tentáculos que Vox tiene en la sociedad civil. La organización resalta, por ejemplo, el papel de Revuelta, un movimiento de jóvenes de extrema derecha que nació en septiembre de 2023 y que participa habitualmente en las protestas contra el Gobierno. GPAHE la incluye en el listado por sus declaraciones racistas e islamófobas, alentando la teoría conspiranoica del “gran reemplazo”. El estudio destaca las conexiones de Revuelta con Vox: asegura que muchos de sus miembros trabajan para el partido o están afiliados a él. Entre ellos, Pablo González Gasca, un agitador de extrema derecha que trabajó como director de Marketing digital para Vox y estuvo en las listas del partido. El informe incluye, también, el sindicato de Vox, Solidaridad, también por sus posiciones anti inmigación e islamófobas.

Las investigadoras alertan sobre las numerosas conexiones de estos grupos de extrema derecha, cada vez más conectadas entre ellas a nivel internacional. Aseguran que el partido de Santiago Abascal está exportando sus tácticas y discursos de odio a países de América Latina, y que beben, a su vez, de referentes ideológicos como Tucker Carlson, el ex presentador de Fox y agitador de la extrema derecha en Estados Unidos, o de la estrategia política de Viktor Orbán, el primer ministro húngaro.

"Vox está conectado con todos los movimientos de la extrema derecha alrededor del mundo", alerta Beirich. "Es un movimiento muy interconectado, que supera con creces a cualquier cosa que ocurra en el lado progresista o incluso en el centrista. Realmente están construyendo algo importante".

El listado de grupos extremistas incluye también a Se Acabó la Fiesta, la marca política de Alvise Pérez, por su agenda antiinmigración, su discurso de odio y la difusión de teorías de la conspiración. La organización considera también un grupo de odio y extremista al Partido Feminista de Lidia Falcón, por sus posiciones tránsfobas y en contra de los derechos de las personas LGTBIQ+.