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"Cuando vemos a alguien que nos cede el paso o nos da las gracias nos sorprende, y no debería ser así": las palabras de un experto sobre la falta de amabilidad

El neurocientífico Jonathan Benito desvela los efectos científicos y emocionales de la amabilidad, y por qué ser prosocial no es signo de debilidad sino de fortaleza evolutiva

La Ventana a las 16h | El poder de la amabilidad

Madrid

En un mundo que nos parece cada vez más acelerado, individualista y hostil, la amabilidad parece haber quedado relegada a una virtud olvidada. Sin embargo, más allá de ser una simple norma de cortesía, ser amable tiene un poder profundo que puede transformar nuestras relaciones, nuestra salud y hasta nuestro cerebro.

Así lo ha contado en La Ventana el neurocientífico Jonathan Benito, profesor en la Universidad Autónoma de Madrid y autor del libro El poder de la amabilidad (ed. Planeta), donde combina ciencia y experiencia personal para explicar por qué necesitamos volver a mirar al otro con respeto, sonreír más y ser más agradecidos.

"Cuando vemos a alguien que nos cede el paso o nos da las gracias, nos sorprende, y no debería ser así", ha reflexionado Benito. Él mismo se dio cuenta de su poder cuando, en un mal día, recibió un gesto inesperado de amabilidad. Ese instante, aparentemente banal, cambió su ánimo y lo empujó a volcarse en la investigación del fenómeno.

La ciencia detrás del ser amable

Lejos de tratarse solo de buenas intenciones, la amabilidad activa zonas muy concretas del cerebro. Según explica Benito, al ser amables o recibir gestos positivos se activan áreas como la corteza prefrontal y el sistema límbico —relacionado con las emociones—, así como el llamado circuito de cognición social, responsable de interpretar y conectar con los demás. También se produce un aumento en la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas, lo cual repercute directamente en la memoria, la capacidad cognitiva y el bienestar emocional.

Y no solo eso. La amabilidad también reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y con ello mejora la salud cardiovascular, fortalece el sistema inmunológico y reduce la segregación de fibrinógeno, una proteína que en exceso puede favorecer la aparición de trombos y enfermedades graves como infartos o ictus. "Nos hace más felices, tener menos enfermedades y vivir más años. Es una estrategia evolutiva que nos define como especie", ha contado el experto.

¿Es innato?

Aunque hay personas que parecen tener una predisposición natural hacia la amabilidad, Benito explica que no se trata de un rasgo inamovible. "La amabilidad se hace y se nace. A la gente que no es amable le diría que se puede hacer prosocial. Y no solo puede, sino que debe", ha señalado.

De hecho, muchas personas agresivas o ariscas no lo son por maldad, sino por incapacidad para gestionar interacciones sociales. El problema es que esa agresividad, aunque sea pasiva (como no saludar o ignorar), el cerebro ajeno la interpreta como un acto hostil.

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Prosociabilidad no es sumisión

Uno de los grandes mitos que desmonta Benito es el de que la amabilidad implica debilidad. Nada más lejos: ser prosocial de forma asertiva implica poner límites, leer el lenguaje corporal del otro y saber cuándo un gesto amable puede ser aprovechado por personas tóxicas. "Hay un pequeño porcentaje de personas, quitando sociopatías, que son asociales. Así que ser amables con ellos puede no ser productivos porque pueden verlo como una debilidad. Tenemos que desarrollar paquetes de herramientas asertivas. Siempre hay que ser educado", ha explicado.

Una lección evolutiva: del Homo sapiens a los perros

Benito también recurre a la historia evolutiva para explicar la importancia de la amabilidad. Desde los lobos, que al ser más agresivos casi se extinguieron, hasta los perros, cuya socialización con los humanos les permitió prosperar, el científico muestra cómo la prosociabilidad ha sido clave para la supervivencia.

El ejemplo más llamativo lo encontramos en los Homo sapiens. Frente al Neandertal —más fuerte, inteligente y mejor adaptado al frío— el sapiens triunfó gracias a su capacidad para colaborar y formar redes sociales sólidas.

También ha hablado sobre si hay diferencias entre la amabilidad de hombres y mujeres. "El género no es excusa para no ser amable, pero es verdad que la mujer tiene más desarrollado el sistema límbico y leen mejor al resto de seres humanos".

Además, preguntado por el arquetipo de Donald Trump, ha sorprendido con su respuesta. "Un periodista que conocía a Donald Trump me dijo que es muy amable con su entorno, y eso explica cómo ha llegado hasta ahí. Alguien que siempre es borde no llega ahí", ha finalizado.

Álvaro García-Dotor

Periodista cultural. Redactor en La Ventana.