El momento exacto en el que Internet comenzó a controlarnos: así desapareció el espíritu colaborativo de la red

¿En qué momento dejó de ser internet una herramienta de libertad para convertirse en una máquina de control? Para Douglas Rushkoff, periodista y escritor especializado en tecnología desde los años 80, ese giro no fue casual, ni repentino. Fue el resultado de una serie de decisiones y omisiones que transformaron el espíritu colaborativo de la red en un sistema diseñado para vigilar, predecir y manipular.

En el programa Cibermillonarios de la SER, Rushkoff comparte una visión crítica sobre los orígenes de internet y el papel que jugaron tanto los gobiernos como las grandes corporaciones en su evolución. "El gobierno se dedicaba a arrestar a hackers, chavales de 14 años que solo querían entender cómo funcionaban las cosas. No hacían nada malo, pero los agentes llegaban con armas reales, tiraban a toda la familia al suelo", recuerda.

El ciberespacio como territorio sin ley

La desconfianza hacia el poder estatal llevó a muchos pioneros digitales a abrazar ideas libertarias. John Perry Barlow, letrista de los Grateful Dead, escribió la Declaración de Independencia del Ciberespacio, proclamando que internet era un nuevo territorio, libre de gobiernos. "Nos sonaba a música celestial", dice Rushkoff. "Pero no nos dimos cuenta de que Barlow era un libertario. Y si eliminas al gobierno y toda regulación, lo siguiente es que te arrollen las grandes corporaciones".

Ese fue el punto de inflexión. Internet pasó de ser una red para la cooperación humana a una plataforma para el negocio. "La tecnología tenía un espíritu colectivista, en red. Pero cuando llegaron los hombres de negocios, el objetivo cambió: ya no era crear nuevas posibilidades humanas, sino controlar las probabilidades humanas", explica Rushkoff.

De la innovación al aislamiento

En su libro La supervivencia de los más ricos, el autor relata cómo fue invitado por cinco multimillonarios tecnológicos a un resort en el desierto. No querían hablar del futuro de la innovación, sino de cómo sobrevivir al "Evento": una catástrofe social que daban por segura. "Me preguntaban cómo mantener el control sobre sus guardias de seguridad después del colapso. Fue entonces cuando entendí que no querían cambiar el mundo, sino escapar de él".

Rushkoff denuncia cómo se diseñaron webs para enganchar, herramientas para medir el engagement y algoritmos para influir en el comportamiento. "Toda la energía cambió. Internet se convirtió en un lugar donde los hombres de negocios controlan a los seres humanos para su propio beneficio económico. Y en la cima de esas empresas, unos pocos technobros se aprovechan de nosotros".

La advertencia de Rushkoff es clara: "La única forma de sobrevivir a la catástrofe que se avecina es asegurarse de que no se produzca en primer lugar". Para ello, propone recuperar el control sobre la tecnología, repensar sus fines y reconstruir los vínculos humanos que la hicieron posible.