El gran problema de fondo tras el "buenismo" de Bill Gates: "Es un modelo muy peligroso"

Madrid

Bill Gates ha pasado de ser un rico abusón, capaz de hacer prácticamente cualquier cosa para eliminar a su competencia, a convertirse a ojos de muchas personas en el único milmillonario bueno en el campo de la tecnología. Sobre todo ahora que retumban con fuerza otros nombres como los de Elon Musk, Mark Zuckerberg o Jeff Bezos, quienes se ven envueltos en polémicas día sí y día también que están tumbando su reputación a nivel internacional. ¿Pero qué hay detrás del buenismo de Bill Gates y por qué hay un gran problema de fondo detrás de esta forma de ver el mundo?

Para responder a esta pregunta entrevistamos al periodista de investigación Tim Schwab, quien ha publicado recientemente El problema de Bill Gates. Una biografía crítica sobre Bill Gates, publicada en España por la editorial Arpa, en el que conocemos a la persona detrás del personaje y sus intenciones reales en un mundo cada vez más complejo: "Bill Gates, según su propia mitología, lo está donando todo para ayudar al mundo. Pero creo que si empiezas a pelar las capas de la cebolla lo que te encuentras es una historia mucho más compleja, en la que muchas veces la fundación Gates está haciendo más mal que bien".

La frontera Gates

Porque no, Bill Gates y su fundación no están regalando dinero ni mucho menos: "Están comprando influencia. La filantropía es la manera que tienen los superricos de ejercer influencia política. Yo creo que Bill Gates ha sido pionero a la hora de difuminar la frontera entre la empresa con ánimo de lucro y la empresa sin ánimo de lucro. La Fundación Gates está constituida como una ONG, pero opera en mercados privados de forma muy relevante".

Episodio 2: Bill Gates, ¿el cibermillonario bueno?

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Algo que es especialmente evidente en mercados como el farmacéutico, donde tiene cada vez más poder: "Bill Gates cree que desarrollando nuevos medicamentos, nuevos diagnósticos y vacunas se salvan vidas y se curan enfermedades. Una forma que le parece perfectamente razonable para asociarse con grandes compañías farmacéuticas, donarles dinero e incluso crear nuevas farmacéuticas. A mí me parece que es un cambio muy significativo en cómo se practica la filantropía. Aparece un escenario en el que es muy difícil discernir la línea que separa una ONG humanitaria sin ánimo de lucro y por ejemplo una empresa farmacéutica que está obligada a hacer dinero".

El mito del superrico bueno

Bajo su punto de vista, la Fundación Gates contribuye a esta idea un poco tóxica de que los gobiernos y sus burocracias son inútiles e ineficaces, que no hacen las cosas bien y que gastan demasiado en procesos innecesarios y en sueldos de funcionarios: "Bill Gates ha presionado por la primacía del sector privado. Puede verse con mucha claridad en cómo ha influido en la educación pública en Estados Unidos. Entra en ese terreno diciendo que es un filántropo, pero lo que hace en realidad es ejercer una enorme influencia política, cambiando radicalmente cómo opera la educación pública en mi país, el tamaño de los colegios, la evaluación del profesorado, los exámenes nacionales a los que tienen que presentarse los estudiantes".

De esta manera, Bill Gates nos está demostrando la capacidad que tienen los superricos de hacerse con los mandos de las políticas públicas. Un camino muy peligroso que podrían seguir otros como los anteriormente citados Mark Zuckerberg, Jeff Bezos o Elon Musk, quienes podrían usar su riqueza y su influencia para cambiar toda una democracia por completo: "Es un ejercicio fundamentalmente antidemocrático que no rinde cuentas ante ningún votante. Es un modelo muy peligroso que solo tiene sentido si nos tragamos el mito del millonario bueno. El problema es que está ayudando al mundo de la única manera que sabe, que es intentando tomar el control, intentando resolver problemas que no le corresponde a él resolver".