El último país que se creó en el mundo: todo parte de un conflicto histórico
Marcado por décadas de guerra y aislamiento, este país conserva tribus que viven como siglos atrás, ajenas al mundo moderno

El último país que se creó en el mundo: todo parte de un conflicto histórico
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En un mundo cada vez más conectado, hay lugares que siguen resistiéndose al paso del tiempo. Alberto Campa, viajero incansable ha recorrido el planeta en busca de esos rincones donde la vida aún se rige por ritmos ancestrales. Su última travesía lo llevó desde el Ártico siberiano hasta el corazón de África, en un viaje que no solo desafió las fronteras geográficas, sino también las culturales y políticas.
"África siempre ha sido uno de mis continentes preferidos", confesó Campa en Ser Aventureros. "Es una tierra dura, exigente, donde como viajero tienes que sacar lo mejor de ti para avanzar. Pero también es profundamente transformadora."
Tras convivir con los nenets en el norte de Siberia, una comunidad que sobrevive en condiciones extremas en el Ártico ruso, Campa se embarcó en una expedición junto a otro gran viajero, Ramiro, para explorar dos países africanos poco transitados por el turismo: Chad y Sudán del Sur.
En Chad, asistieron al festival Gerewol, una celebración anual en la que los Wodaabe (también conocidos como Bororo) se reúnen para mostrar su belleza y habilidades en elaboradas danzas rituales. "Es un espectáculo impresionante, lleno de color, música y tradición. Los hombres se maquillan y bailan durante horas para atraer a las mujeres. Es una expresión cultural única en el mundo", relató Campa.
Pero fue en Sudán del Sur donde vivió una experiencia especialmente reveladora. "Es el último país que se creó en el mundo, y todo parte de un conflicto histórico", explicó. Independizado en 2011 tras décadas de guerra con Sudán, Sudán del Sur es hoy una nación joven, marcada por la fragilidad institucional y la riqueza cultural.
"Lo que más me impactó fue la pureza con la que viven algunas de sus tribus. Son comunidades que apenas han tenido contacto con el exterior, y eso les ha permitido conservar formas de vida que parecen sacadas de siglos atrás", dijo Campa. "Es como viajar en el tiempo. No hay carreteras, no hay electricidad, y, sin embargo, hay una riqueza humana y cultural que te transforma."
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Sudán del Sur, de influencia anglófona, contrasta con la herencia francófona de muchos países vecinos. Esta diferencia lingüística y cultural también se refleja en la forma en que sus comunidades se relacionan con el mundo exterior. "Es un país que guarda secretos fascinantes, pero también exige mucho respeto y preparación para poder acceder a ellos", añadió.
En tiempos de inestabilidad, golpes de Estado y regímenes militares, viajar por África se convierte en un acto de resistencia y de aprendizaje. "Viajar por África no es fácil, pero es profundamente enriquecedor. Te obliga a mirar hacia dentro, a cuestionarte, y a valorar lo esencial", concluyó Campa.




