El accidente que marcó a Borges para siempre
No solo puso en riesgo su salud, sino que lo obligó a replantearse su futuro como escritor

El episodio que marcó a Borges para siempre
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
En la Nochebuena de 1938, Jorge Luis Borges vivió un episodio que transformó su vida y su obra para siempre. Al subir apresuradamente una escalera en su casa, se golpeó con el filo de una ventana abierta. La herida, aparentemente menor, se infectó y derivó en una septicemia que lo mantuvo durante semanas entre la vida y la muerte. Este momento, relatado con detalle en Un autor en una hora de la SER, no solo puso en riesgo su salud, sino que lo obligó a replantearse su futuro como escritor.
Hasta entonces, Borges era un poeta y ensayista reconocido en círculos intelectuales, pero aún no había dado el salto definitivo a la narrativa que lo consagraría como uno de los autores más influyentes del siglo XX. El miedo a no poder volver a escribir lo llevó a experimentar con un nuevo género: el cuento. "Decidí escribir algo que nunca había hecho antes, y así, si fracasaba, no sería tan doloroso", confesó. De esa decisión nació Pierre Menard, autor del Quijote, una de sus narraciones más ambiciosas, publicada en la revista Sur en 1939.
El cuento plantea la posibilidad de que un escritor del siglo XX pueda reescribir palabra por palabra El Quijote de Cervantes, pero con un significado completamente distinto. La idea, radical y brillante, inauguró una nueva etapa en la literatura borgiana: la de los laberintos, los espejos, las bibliotecas infinitas y los mundos paralelos. Fue el nacimiento del Borges narrador, del arquitecto de ficciones que desafiaban el tiempo, el espacio y la lógica.
El accidente coincidió además con el avance de su ceguera, una herencia familiar que lo acompañaría hasta el final de sus días. Borges nunca vio la pérdida de visión como una tragedia, sino como una forma de soledad creativa. “La ceguera me fue alcanzando gradualmente desde la infancia. Fue como un lento atardecer de verano”, escribió. En el programa de la SER se destaca cómo este episodio fue el punto de inflexión que convirtió a Borges en el narrador de lo invisible, el cartógrafo de lo imaginado.
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Un autor en una hora | Jorge Luis Borges
Durante su convalecencia, Borges reflexionó sobre el sentido de la escritura, el lenguaje y la memoria. La septicemia que casi le arrebata la vida le dio, paradójicamente, la voz que lo haría eterno. A partir de entonces, su obra se volvió más audaz, más filosófica, más universal. El Borges que emergió de ese episodio ya no era solo un escritor argentino: era un clásico contemporáneo.




