"No se trata de ser amigos, pero tampoco policías": una psiquiatra da las claves para poner límites a los adolescentes en verano

Madrid

Muchos adultos recuerdan con nostalgia sus años de verano durante la adolescencia. Era un momento en el que las responsabilidades brillaban por su ausencia, el tiempo parecía infinito y la juventud eterna. Sin embargo, muchos de ellos ahora son padres y no tienen ni idea de como están siendo los veranos de sus hijos.

Este lunes se han asomado a La Ventana la experta en violencia de género Marina Marroquí y la psiquiatra experta en salud mental perinatal Blanca Molins para explicar cómo es ser adolescente en verano.

Las series y películas de las vacaciones

Este verano está protagonizado por la trilogía Culpa mía, la serie El verano que me enamoré o Los hermanos Walter. Los amores tóxicos e incluso el "maltrato edulcorado", según Marina Marroquí, son tendencia entre los adolescentes de nuestro país. 365 días fue otra de las películas que triunfó hace unos años durante esta época del año. Esta película comienza cuando "el protagonista se fija en una chica muy guapa cuando matan a tu padre", comentaba Marina. La trama trata sobre el secuestro de Laura Biel por parte del Don Massimo, ambos personajes principales. "Hasta que ella no se acueste con él no es libre", explicaba Marroquí.

¿Por qué este contenido?

Para Marina Marroquí, si una serie no lleva violencia o sexualidad no se compra. Sin embargo, la solución no es prohibir, sino que los padres vean este tipo de contenidos para generar una conversación. "Te puedes reír de estos guiones", ha dicho la experta en violencia de género.

Conectar con la adolescencia

Para limitar el tiempo de pantalla de los adolescentes son ideales los juegos de mesa. Algunos que entretienen a todo tipo de edades son Gestos o Que te den.

Aunque no todo son pantallas. Muchos adolescentes están deseando experimentar sus primeras fiestas y noches en vela. Blanca Molins, psiquiatra experta en salud mental perinatal, firmaba una columna en La Vanguardia que profundizaba más en este tema.

¿Qué límites hay que poner?

Para Blanca es importante "no se trata de ser amigos pero tampoco policías". Un motivo de discusión frecuente son las comparaciones. "Mi amigo le dejan llegar a las tres y a mí a las doce", ponían de ejemplo. La solución es "validar que les parece injusto dejando claro que cada casa tiene sus normas". Hay que mantener la decisión tolerando la rabieta que inevitable en un adolescente.

Aunque los enfados son recurrentes durante la adolescencia, "si las conductas son muy extremas conviene pedir ayuda", recomendaba Blanca. Otra cosa que hay que tener en cuenta para la psiquiatra es que "si desde la infancia ya había problemas de impulsividad o de concentración, es posible que no se esté diagnosticando un problema de tipo autista o de concentración", ha finalizado.