Isabel Ordaz: "Troya es inmortal, en Gaza están exterminando a un pueblo totalmente abandonado"

"Las mujeres nos levantamos, somos el recuerdo de un pueblo que se niega a morir". Dice Isabel Ordaz que un amigo le pasó el texto de Las troyanas hace tiempo y que quedó fascinada con Eurípides, por su modernidad, por su lirismo, por las reflexiones que le suscitó. Isabel le propuso a Jesús Cimarro, el director del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, traer una versión de la obra de Eurípides, que la actriz y poeta firma junto a Carlota Ferrer, que dirige la obra, un año después de presentar Tiresias en el teatro romano de Mérida.

Ordaz interpreta a Hécuba y Mina El Hammani a Helena. Las dos repiten en Mérida, Mina debutó en 2020, el año de la pandemia. "Los nervios de Mérida son unos nervios que yo jamás en mi vida había sentido. Ese sonido de los abanicos estando detrás, el calor y el cielo de Mérida cuando sales a escena. Honestamente, yo nunca había vivido una sensación así", confiesa la actriz.

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Las troyanas nos sitúa dos mil años antes de Cristo, a las afueras de la ciudad de Troya, que ha sido conquistada por los griegos. Junto a las murallas, las tiendas de las mujeres troyanas, únicas supervivientes de la guerra. "La tragedia de la guerra no es cosa de griegos antiguos; es un grito que resuena aquí y ahora en cada rincón del mundo. ¿No lo oís?", reza el texto de esta versión.

En 2017 Carme Portaceli llevó unas Troyanas a Mérida con la guerra de Siria de fondo. En el montaje se proyectaron imágenes de la ciudad de Aleppo arrasada. Ocho años después, Las troyanas regresan al festival con el genocidio en Gaza, un asunto con el que Isabel Ordaz está muy concienciada, dice que alza su voz cada vez que tiene ocasión para denunciar "ese exterminio de un pueblo totalmente abandonado". Hemos realizado esta entrevista unos días antes de que las imágenes de la hambruna en Gaza coparan las portadas de la prensa internacional.

"Desgraciadamente, parece ser que Troya es inmortal y se repite y se repite. Espero que no. Espero que la sensatez llegue a todos los corazones y a todas las cabezas. Pero evidentemente no estamos tan lejos. Las troyanas nos habla del ejercicio del poder irracionalmente puesto sobre las armas, la irracionalidad de una violencia extrema. Y me gusta mucho de Eurípides que elige mujeres, no porque sea feminista en la época, sino porque él hace algo muy moderno que es hablar de las víctimas y no de los vencedores. Y nada mejor que una mujer o la voz de una mujer y, por supuesto, de los niños que también aparecen. Es el pan de cada día en esa Gaza o en esa Palestina que está siendo masacrada. No existen ganadores, no existe vida. La guerra es muerte y más muerte. No hay razón, solo hay una especie de fuerza bruta y enloquecimiento general", afirma Ordaz.

El Hammani está de acuerdo y apunta a otra reflexión, la de la responsabilidad civil frente a la divina. "El tema de los dioses, que también estamos trayendo a la actualidad. Estamos todos en un tablero y están jugando con nosotros a su particularidad, a sus ganas de vencer en algo que todavía nosotros ni siquiera sabemos lo que es. Y al final todo esto es destrucción, es muerte, es sufrimiento por parte de los seres humanos que estamos intentando convivir en este planeta", dice.

Eurípides critica las bastardas intenciones en las que se envuelven las guerras para presentarlas al mundo, decía Isabel Ordaz en la rueda de prensa. ¿Dónde está la justicia cuando se cometen crímenes de guerra?, es una de las reflexiones del texto. Zeus, según Eurípides, conduce a la justicia por caminos silenciosos. "La justicia es un concepto que los dioses han moldeado a su antojo", dice Helena.

"A mí me interesa muchísimo cómo Eurípides interpela a una responsabilidad civil. Hécuba pregunta todo el tiempo por qué, oh, Zeus, ¿por qué? Hasta tiene cierto parecido con ese maravilloso pasaje bíblico del libro de Job. A ver, explícamelo. Ven, explícamelo. Dame una señal. Esto me parece un signo político muy moderno para los tiempos, ya había una voluntad política. No podemos decir oh, Zeus todo el tiempo. Tenemos que poner otros nombres a los responsables de estas abominaciones. A lo mejor no es Zeus, es otro señor que se llama de otra manera. A ver si empezamos a nombrar a los verdaderos culpables", añade Ordaz.

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"Las mujeres hoy son las protagonistas, arrasadas por el conflicto gritan justicia". "Mujeres sorteadas al azar entre sus captores". "Mujeres arrastradas a la vorágine de la guerra de los hombres", dice Andrómaca en el texto. Como nos advertía María Garralón hace un año, que interpretó también a Hécuba en Mérida, "los hombres hacen la guerra y las mujeres y los niños son los que pagan el precio más alto, son sus trofeos". Lo dice Hécuba y el resto de las mujeres troyanas en la obra, coincide Ordaz, "¿qué hemos hecho nosotras?, ¿por qué matas a este niño? Preguntas que no tienen respuesta. Ahora es todavía peor, porque no hay mitología, ahora es por la cara. Pero no nos pueden robar el relato, que eso es también lo que nos advierte Eurípides con Las troyanas. Cuentan quienes tienen que contar, que son ellas".

Con Isabel Ordaz y Mina El Hammani hemos hablado también de la importancia de la sororidad femenina ante una ola reaccionaria contra el feminismo, que tacha a las mujeres de pérfidas si aman, de frígidas si no lo hacen, como podemos leer en esta versión de Las troyanas. "Mujeres que encuentran fuerzas en las otras mujeres", dice una de ellas. Y de los dos modelos de mujer que enfrenta Eurípides. Hécuba y Helena, Isabel y Mina, que mantienen un enfrentamiento muy dramático al final de la tragedia.