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La picaresca española para ganarle unos cuantos metros de terreno a Portugal

La solución fue tan insólita como eficaz

La picaresca española para ganarle unos cuantos metros de terreno a Portugal

En la frontera entre España y Portugal, donde la geografía se convierte en una negociación entre mojones de granito y acuerdos diplomáticos, se esconde una historia que parece sacada de una novela de Berlanga. Diego González, historiador y autor del libro Historiones de la geografía (GeoPlaneta, 2025), relata como una casa rural que, al ampliar su cocina, acabó invadiendo Portugal. La solución fue tan insólita como eficaz: mover la frontera.

"Es una de mis historias favoritas, tanto que he dormido tres veces en esa casa rural", confiesa González, que lleva casi veinte años recopilando relatos curiosos en su blog Fronteras.

El episodio ocurrió en los años 40 o 50 del siglo pasado, cuando las delimitaciones entre países no eran tan precisas como hoy. Aunque los tratados internacionales marcaban por dónde debía ir la frontera, su traslado al terreno requería la intervención de comisiones de límites, formadas por representantes de ambos países. En el caso español, el Ejército de Tierra; en el portugués, la Guardia Fiscal.

"Había zonas en las que no estaba del todo claro dónde empezaba y acababa cada país", explica Diego. En ese contexto, surgieron las llamadas "casas de la duda": viviendas cuya nacionalidad era incierta. En una de ellas, una familia española decidió ampliar la cocina y construir un establo. Años después, cuando la comisión de límites visitó el lugar, descubrieron que parte de la nueva construcción estaba en territorio portugués.

El dilema era evidente: ¿derribar la ampliación y sancionar a los propietarios, o buscar una solución más pragmática? "Como al final se conocían todos un poco, dijeron: tampoco son tantos metros. Si agarramos la piedra que ya estaba ahí y la ponemos unos metros más para acá, pues la casa ya está entera en España", relata González. Y así fue: movieron el mojón y con él, la frontera.

Historiones de la geografía

La decisión fue validada por las autoridades de Lisboa y Madrid, y hoy las piedras fronterizas se encuentran incrustadas en las esquinas de la vivienda, como testigos mudos de una geografía que se adapta a la vida cotidiana. "La casa termina exactamente en la frontera, pero en realidad la frontera la pusieron allí después que la casa", concluye el autor.