"La precariedad es muy jodida, he trabajado en campamentos de niños y de Rey Mago": la realidad laboral de los bomberos forestales

Madrid

Cuando todos huimos del fuego, hay quienes corren en dirección contraria para enfrentarse al mayor miedo que nos asola estos días: las llamas. Los bomberos forestales se juegan la vida en cada intervención y lo hacen por 1.300 euros al mes, en muchos casos con contratos de cuatro meses y luchando en primera línea de fuego, en jornadas que no deberían superar las 14 horas diarias, pero que en muchas casos lo hacen.

La situación se repite en todo el país, a pesar de cada autonomía tiene sus propias reglas. En la Comunidad de Madrid este cuerpo se ha plantado. Llevan un mes en huelga, aunque con servicios mínimos del 80%. Denuncian un convenio caducado desde hace 16 años, salarios congelados, sin pluses de peligrosidad o toxicidad reconocidos. Una precariedad que ha dejado 33 vacantes sin cubrir en esta región. "La precariedad es muy jodida, te hace plantearte muchas veces abandonar la profesión porque es muy difícil sostenerse trabajando cuatro meses al mes. He hecho de todo: he trabajado en campamentos con niños, he hecho de Rey Mago y de Papá Noel". Jesús Molina es bombero forestal en la CAM, tiene 45 años y hace cinco consiguió un contrato indefinido. Este cuerpo está gestionado por la empresa pública TRAGSA.

Una precariedad que se extiende por todo el país

Ninguna autonomía se libra de esta precariedad que impide al cuerpo de bomberos forestales pagar un alquiler, mantener a sus familias y planificar un futuro. En Andalucía, con los pluses los salarios pueden llegar a los 1.400, 1.500 euros. Raúl Mena, jefe de grupo de un retén de incendios forestales la Junta de Andalucía en el INFOCA, denuncia la falta de equipos de protección individual y problemas en los vehículos. Su mayor pelea en este momento es el reconocimiento a la exposición de agentes cancerígenos que provocan los humos de los incendios forestales. "Tenemos que estar continuamente recordándole a las empresas, en este caso a la Administración, que tienen que hacerse cargo de la descontaminación de los equipos de protección individual".

Una ley que no termina de desplegarse

Para intentar revertir, o al menos, minimizar esta realidad, el Gobierno aprobó en noviembre la Ley Básica de Bomberos Forestales. Su objetivo es equiparar las condiciones de todos estos profesionales a nivel nacional, creando una categoría profesional única, regulando los tiempos de trabajo, estableciendo un reglamento en prevención de riesgos laborales y de enfermedades profesionales y anticipando la jubilación de este colectivo.

Sin embargo, 10 meses después de su aprobación, los sindicatos denuncian que el Gobierno aún no se ha movido para desarrollar la norma. Desde Comisiones Obreras, Mariano Sanz, critica que "quienes tienen que legislar y tienen que poner negro sobre la blanco, ni siquiera han abierto una mesa".

Estos días la labor de los bomberos y sus condiciones laborales llaman la atención de una sociedad que de manera habitual no repara en ellos. Entre los testimonios de los bomberos forestales se recogen dos ideas: vocación y precariedad.