"Tomaba el pulso y ayudaba en operaciones": el pasado médico oculto de Miguel Rellán

Antes de convertirse en uno de los actores más reconocibles del cine y la televisión española, Miguel Rellán estuvo a punto de seguir una vocación muy distinta: la medicina. En el programa Dos por Cuatro de la SER, el actor reveló que su infancia estuvo marcada por una intensa cercanía al mundo clínico. "Yo iba a ser médico", confesó, recordando cómo acompañaba a su padre, director del Hospital Civil, desde muy pequeño.

Rellán no solo observaba: también participaba. "Mi padre me dejaba practicar: tómale el pulso, ayúdame en la operación", relató. Esta experiencia precoz le permitió llegar a primero de Medicina con conocimientos avanzados en anatomía, fisiología y química. "Sabía muchísimo porque tenía mucha experiencia", explicó. "Cuando llegué a primero de Medicina, era el que más sabía de las tres asignaturas: de anatomía, por supuesto; de fisiología; y de química, menos química inorgánica, eso menos".

Nacido en Tetuán en 1943, cuando aún era Protectorado Español en Marruecos, Rellán vivió una infancia marcada por la medicina y por enfermedades que hoy parecen sacadas de libros de historia. "He visto una cantidad de enfermedades que ya están erradicadas y que ya no se ven aquí: desde faces leoninas de lepra, amputaciones, de todo".

Estudió Medicina en la Universidad de Sevilla, pero fue allí donde el teatro lo atrapó. Ingresó en el Teatro Español Universitario y fundó el grupo independiente Esperpento, que tuvo gran renombre entre 1965 y 1969. Aunque llegó a licenciarse en Medicina, decidió abandonar la carrera justo antes de ejercer, para dedicarse por completo a la interpretación.

Su transición del bisturí al escenario fue radical, pero no inmediata. "Fue una decisión difícil, pero el teatro me ofrecía algo que la medicina no: la posibilidad de cambiar el mundo desde otro lugar", decía.

Desde entonces, Rellán ha construido una carrera sólida y versátil, con papeles memorables en películas como El crack, Amanece, que no es poco, ¡Ay, Carmela! o Tata mía, por la que ganó el primer Goya a mejor actor de reparto. En televisión, se hizo popular con series como Compañeros, Menudo es mi padre y La que se avecina.