Huida, ataque o shock: el comportamiento del cerebro frente a la amenaza del fuego
Cuando vivimos una situación crítica para la que nadie nos prepara, el cerebro entra en modo supervivencia

Huida, ataque o shock: el comportamiento del cerebro frente a la amenaza del fuego
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Cuando el fuego arrasa con todo, no solo destruye casas, árboles y recuerdos materiales, también deja una huella psicológica a quienes lo sufren. La pérdida de un hogar en un incendio forestal no es solo una cuestión de bienes; es una experiencia profundamente traumática que se vive como un duelo. "Perder todo por lo que has luchado durante años es como perder una parte de ti", explica Mónica Pereira, psicóloga experta en emergencias. "Es un duelo muy difícil de procesar".
La gestión emocional de esta pérdida es compleja y, en muchos casos, desbordante. "Es difícil de gestionar, no tenemos herramientas", señala Pereira. "Se vive con mucho miedo e incertidumbre sobre qué va a pasar". Aunque el duelo por la pérdida de una casa puede parecer distinto al de un ser querido, en realidad se procesa de forma muy similar. "Prácticamente igual", afirma. En ambos casos, el apoyo emocional se vuelve crucial para poder avanzar.
El apego a los recuerdos es tan fuerte que hay vecinos que se niegan a abandonar sus casas, incluso cuando su vida está en peligro. "El apego de los recuerdos es tan fuerte que hay personas que no se mueven, aunque esté en riesgo su vida", advierte Pereira. Esta resistencia a abandonar lo que se ha construido durante años revela la profundidad del vínculo emocional con el entorno.
En situaciones críticas como un incendio, el cerebro activa su modo de supervivencia. Lo hace de forma automática, sin que medie la razón, a través de tres respuestas instintivas: huida, ataque o shock. "Cuando vivimos una situación crítica para la que nadie nos prepara, el cerebro entra en modo supervivencia", explica Mónica Pereira. "Tiene tres respuestas: huida, ataque o shock. Y son esas reacciones las que pueden marcar la diferencia entre sobrevivir o no".
Estas reacciones son instintivas y determinan cómo enfrentamos el peligro. "Algunas personas huyen, otras se enfrentan al fuego intentando salvar lo que pueden, y otras quedan paralizadas, incapaces de reaccionar. No hay una respuesta correcta, solo mecanismos de defensa que se activan para protegernos" explica Pereira.
Pero incluso cuando todo parece perdido, hay algo que permanece: la capacidad de reconstruirse. "El hecho de estar vivo me permite crear nuevos recuerdos", reflexiona Mónica Pereira. "Porque los recuerdos están en la mente, y haber sobrevivido debería servirnos como punto de partida para seguir adelante con la vida, con la posibilidad de generar nuevas experiencias que nos sostengan", concluye.
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