Los pijos españoles son únicos en el mundo: esto es lo que los diferencia de los 'posh' británicos o los 'fresas' mexicanos
Aunque comparten ciertas formas (ropa cara, acentos marcados, gusto por el lujo), sus diferencias son profundas y reveladoras

Los pijos españoles son únicos en el mundo: esto es lo que los diferencia de los 'posh' británicos o los 'fresas' mexicanos
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En España, el término "pijo" no solo designa una forma de vestir o hablar, sino una manera de estar en el mundo. Gustavo Egusquiza, experto en turismo de lujo y conocedor de las élites internacionales, lo tiene claro: "Los ricos de toda la vida no son pijos, sino que son discretos, no necesitan lucirse. El pijo español, en cambio, se ve, se nota, se ostenta".
Durante su intervención en El Faro, Egusquiza trazó un mapa sociocultural que distingue al pijo español del posh británico y del fresa mexicano. Aunque comparten ciertas formas (ropa cara, acentos marcados, gusto por el lujo), sus diferencias son profundas y reveladoras.
El pijo español: ostentación y afectación
El pijo español, también conocido como "cayetano", se caracteriza por una afectación en las formas, una necesidad de marcar territorio social. "No necesariamente son ricos, pero sí aspiran a parecerlo. Les gusta lucirse, y eso se nota en cómo hablan, cómo se visten y dónde veranean", señala Egusquiza. En España, el pijo no busca pasar desapercibido: busca ser visto, reconocido, incluso imitado.
El posh británico: discreción y linaje
En Reino Unido, el poshes otra cosa. "Un posh de verdad ha pasado por Eton, por Oxford, por Cambridge. Se distingue por el acento, por las maneras, por una educación que no necesita exhibirse", explica Egusquiza. Figuras como los Cavendish o los Spencer encarnan este perfil: aristocracia silenciosa, lujo sin estridencias. "Victoria Beckham no sería considerada poshen ese sentido. Es demasiado visible, demasiado nueva", comenta.
El fresa mexicano: poder y expansión
En México, el término "fresa" designa a una élite urbana, joven, con poder económico y cultural. "Los fresas tienen muchísimo poderío. Lo estamos viendo en Madrid, donde han comprado edificios enteros en el barrio de Salamanca. Están transformando el paisaje urbano", apunta Egusquiza. A diferencia del pijo español, Egusquiza explica que "el fresa no necesita exhibirse: su poder se manifiesta en la propiedad, en la influencia, en la capacidad de desplazamiento".
Lujo silencioso vs. lujo ostentoso
Una de las claves para entender estas diferencias está en la forma de gastar el dinero. "Los británicos gastan bien, les gusta mimarse, hospedarse en hoteles de excelencia, viajar en trenes como el Orient Express. Mientras que en España, el bolsillo es menos alegre, se busca el lugar más pijo para veranear, pero no siempre se paga por la calidad", afirma Egusquiza.
Egusquiza defiende un lujo silencioso, alejado del bling bling. Habla de hoteles boutique como el Palacio de la Helguera o el Arbazo en San Sebastián, donde la atención al cliente y el servicio son la verdadera distinción. "El verdadero lujo no grita. Susurra".
Y aunque destinos como Baqueira, Palma o El Puerto de Santa María se han convertido en enclaves pijos por excelencia, Egusquiza advierte: "Cuando un lugar se pone de moda, pierde parte de su exclusividad. El turismo de masas lo devora todo".
En su experiencia, los verdaderamente pudientes prefieren el anonimato. “Han superado ciertos estadios, no necesitan verse. Buscan discreción, pero con excelencia”.
Así, el pijo español se revela como una figura única: "más ostentosa que el posh, menos poderosa que el fresa, pero profundamente arraigada en una cultura que celebra el aparentar" concluye.




