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Portugal afronta una "guerra desigual contra la naturaleza" en la que ya ha perdido más del 2% de su territorio a causa de las llamas

Los incendios en el centro y este del país avanzan sin que las autoridades ni los vecinos puedan hacer mucho más que esperar un cambio del tiempo

La silueta de un vecino mientras ayuda a contener el fuego en Sernancelhe, distrito de Viseu, Portugal, el 16 de agosto de 2025. David Oliveira/Anadolu.

La silueta de un vecino mientras ayuda a contener el fuego en Sernancelhe, distrito de Viseu, Portugal, el 16 de agosto de 2025. David Oliveira/Anadolu.

Oporto

No hay exageraciones posibles para lo que vive Portugal este verano. Tras 25 días consecutivos sometido a olas de calor e incendios, este año ya ha perdido el 2,35% de su territorio a causa de las llamas, lo que se traduce en más de 216.000 hectáreas. Es, un año más, el país de la Unión Europea donde ha ardido más superficie en términos relativos. De media, anualmente, las llamas devoran un 1,05% de su territorio, que se concentra en zonas de bosque, pero también en otras áreas rurales de pastos y explotaciones agrícolas.

Los incendios en el centro y este del país avanzan sin que las autoridades ni los vecinos puedan hacer mucho más que esperar un cambio del tiempo. La sutil bajada de las temperaturas de las últimas dos noches no ha ayudado y los mayores focos continúan avanzando sobre aldeas y carreteras.

Ya se habla de que el incendio iniciado en Trancoso (distrito de Guarda) hace nueve días es uno de los mayores de la historia en Portugal, después de unirse con otro que comenzó el pasado miércoles en Satão (Viseu). Entre los dos superan las 80 mil hectáreas, según datos de European Forest Fire Information System (EFFIS), sensiblemente superiores a los ofrecidos por las autoridades portuguesas, que cifran la superficie quemada en 63 mil hectáreas. En cualquier caso, son de la dimensión de los incendios que, en octubre de 2017, acabaron con la vida de 50 personas.

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El otro gran foco se sitúa en Arganil (Coímbra), que, según la Autoridad Nacional de Emergencias y Protección Civil comunicó a la agencia Lusa, está lejos de ser dominado. Concentra a prácticamente la mitad de los efectivos disponibles, con medio millar de vehículos. A última hora del lunes, avanzaba con cuatro focos descontrolados, cruzando angostos valles y zonas de difícil acceso para las labores de extinción.

Hasta ahora, las autoridades, tanto desde los cuerpos de bomberos, Protección Civil o el Gobierno, se congratulan del éxito de la extinción en el primer ataque; es decir, alrededor del 96% de los fuegos son apagados en menos de una hora, lo que permite concentrarse en la extinción de los focos activos, los rescoldos de los apagados y la vigilancia de zonas en alto nivel de riesgo –ahora mismo, 80 ayuntamientos en toda la zona interior–. Pese a todo, la dimensión de los fuegos y la sucesión de igniciones ha provocado descuidos que, sumados a las altas temperaturas y los vientos secos e intensos, han provocado numerosas reactivaciones.

Aunque los alcaldes de las zonas afectadas se quejan de falta de asistencia y medios, muchos especialistas aceptan que nunca habrá medios suficientes para incendios de esta dimensión: "Estos incendios arderán durante días, no hay forma de pararlos, y después habrá que asegurar bien los rescoldos, que es igual de complejo con tantas incidencias", comenta el comandante de Bomberos de Oporto, Luís Neves.

Dos muertes y daños materiales por evaluar

Pese a la histórica dimensión de los fuegos, los daños personales no alcanzan la dimensión de otros años. Hasta el momento, se cuentan dos víctimas mortales: un exalcalde, que participaba en las labores de extinción, fue encontrado calcinado el pasado viernes y, el domingo por la noche, un bombero falleció al caer su vehículo por un terraplén cuando se dirigía hacia un fuego. De sus acompañantes, uno está grave y otros tres estables. Además, 130 personas, la mayoría bomberos, han tenido que ser atendidas por heridas leves.

Sin una evaluación consistente de los daños materiales, las imágenes de coches y casas quemadas, de carreteras cortadas e infraestructuras dañadas se suceden en las televisiones y dan una idea de la dimensión de la catástrofe. El primer ministro, Luís Montenegro, dijo este lunes que "venceremos esta guerra desigual, contra la naturaleza", y aseguró que su Gobierno se prepara para "restablecer la normalidad", sin detallar si planea ayudas o algún tipo de labores de reconstrucción.

"Burbuja de cinismo"

Desde hace varios años, en Portugal hay consenso sobre que las autoridades no deben acudir a la zona de la tragedia y entorpecer las labores de los equipos sobre el terreno. Sin embargo, el Gobierno y, especialmente el primer ministro, Luís Montenegro, han sido seriamente criticados por su ausencia y poca iniciativa.

Primero, porque Montenegro no interrumpió sus vacaciones para seguir la situación hasta el pasado viernes, cuando el país ya vivía una crisis dramática. Tampoco canceló la fiesta anual que su partido (PSD, Partido Socialdemócrata, de centroderecha) celebra cada verano, en la que intervino criticando duramente a las televisiones por mostrar, en pantalla dividida, este evento y los incendios. La imagen, con Montenegro anunciando la vuelta de la Fórmula 1 a Portugal, hablaba por sí sola.

El favorito para las elecciones presidenciales de enero, Henrique Gouveia e Melo, escribió en sus redes sociales que "estamos asistiendo a una burbuja de cinismo frío ante el sufrimiento", apuntando a aquellos "responsables políticos" que "en otros puntos del país, hace celebraciones y saca fotografías sonrientes en eventos políticos de verano".

Días después, la ministra del Interior, Maria Lúcia Amaral, compareció hieráticamente ante los medios para anunciar la enésima prórroga de la situación de alerta, sin admitir preguntas de los periodistas. Desde el 3 de agosto, el Gobierno ha ido extendiendo este nivel de emergencia –el más leve de tres—, sin decidirse a incrementarlo, lo que podría haber movilizado más recursos.

Por eso, la oposición populista de extrema derecha pide dimisiones y ha solicitado que el Parlamento celebre un debate de urgencia para discutir la gestión del Gobierno. Otros representantes, liderados por el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, han reclamado unidad y asegurado que todavía no es momento de exigir responsabilidades.

 

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