El hombre que convirtió el dolor en pedagogía: Pedro Mari Baglietto llevó la memoria de ETA a las aulas
Su historia ayudó a combatir el olvido entre jóvenes que crecieron sin el recuerdo del terrorismo

El hombre que convirtió el dolor en pedagogía: Pedro Mari Baglietto llevó la memoria de ETA a las aulas
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Cada 21 de agosto, Día Internacional de las Víctimas del Terrorismo, se abre una ventana para recordar lo que fue ETA en España. Pero esa ventana parece cerrarse cada vez más rápido entre las generaciones más jóvenes. En un país donde la organización terrorista asesinó a 854 personas y dejó más de 6.300 heridos, el olvido se instala con una velocidad inquietante.
En el programa La Ventana de la SER, Álvaro García-Dotor Baglietto ha recordado a su abuelo, Pedro Mari Baglietto, cuya vida estuvo marcada por el asesinato de su hermano Ramón a manos de ETA en 1980. Pedro Mari dedicó sus últimos años a recorrer institutos de toda España contando su historia, buscando sembrar memoria y paz entre adolescentes que, en muchos casos, desconocían por completo lo que fue ETA.
Pedro Mari participó activamente en el programa Educar para la convivencia, impulsado por la Fundación de Víctimas del Terrorismo. Cada año, visitaba decenas de centros educativos, desde institutos de secundaria hasta universidades, con el objetivo de transmitir su testimonio y fomentar el diálogo. Su libro Un grito de paz, publicado por Espasa y prologado por el periodista Patxo Unzueta, se convirtió en una herramienta pedagógica clave.
El desconocimiento que preocupa
Los datos lo confirman. Un estudio de la Universidad del País Vasco en 2017 reveló que solo la mitad de los estudiantes sabía que Miguel Ángel Blanco fue secuestrado y asesinado por ETA. Otro informe del Gobierno de Navarra en 2021 mostró que menos de seis de cada diez alumnos de secundaria sabían qué fue ETA, y apenas el 0,5% identificaba el asesinato de Blanco. En cambio, el atentado más conocido por los jóvenes era el de Carrero Blanco, ocurrido en 1973.
Estos datos reflejan una tendencia que se ha consolidado en la última década. Según el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, más del 40% de los jóvenes entre 15 y 25 años no relacionan ETA con el terrorismo, y muchos asocian el conflicto vasco únicamente con la Transición o con la política actual. La falta de contenidos específicos en los currículos escolares contribuye a esta desconexión generacional.
Este desconocimiento no es casual. Como relata Álvaro García-Dotor, “en mi propio instituto apenas se mencionaba ETA en el temario, y fue gracias a la visita de mi abuelo que mis compañeros pudieron conocer una historia que parecía ajena a sus vidas”, dice. La presencia de Pedro Mari en las aulas no solo aportaba contexto histórico, sino también una dimensión emocional que los libros de texto no alcanzan. "Una de las frases que solía decir mi abuelo era: 'El odio es una mochila muy pesada de llevar a cuestas'", añade Álvaro, convencido de que su abuelo creía profundamente en que la memoria debía construirse desde el perdón y la convivencia.
En muchas de estas charlas, los alumnos se enfrentaban por primera vez a testimonios directos de víctimas del terrorismo. "Al final, algunos querían sacarlo a hombros", recuerda Álvaro. La reacción emocional era intensa, especialmente en zonas donde ETA tuvo menos presencia directa. "Muchos no sabían que había habido atentados en su propia comunidad", añade.
La ficción como herramienta, y sus límites
Pero mientras algunos familiares de víctimas siguen apostando por la pedagogía, otros alertan del riesgo de banalizar el relato. La ficción, como Patria de Aramburu o el cómic He visto ballenas, se convierte en herramienta para acercar la historia, pero también puede diluir su gravedad si no se acompaña de un ejercicio historiográfico riguroso.
La ficción ha abierto nuevas vías para abordar el terrorismo desde lo emocional. Patria, tanto en su versión literaria como en la serie de HBO, ha sido utilizada en algunos centros educativos como material complementario. Sin embargo, expertos como el historiador Gaizka Fernández Soldevilla advierten que "la memoria no puede depender solo de la cultura popular; debe estar respaldada por una política educativa clara y sostenida".
La memoria de ETA se desvanece entre los jóvenes, y con ella, el reconocimiento del dolor de las víctimas. En palabras de Pedro Mari, "el sacrificio supremo lo hizo Ramón, pero mi abuelo lo transformó en paz". Hoy, esa paz corre el riesgo de perderse si no se preserva el relato.
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La Ventana a las 16h | Víctimas del terrorismo: la historia de Ramón y Pedro Mari Baglietto




