"Solo se salvó el delantal de la cocina": Javi y Marga vuelven a los escombros de lo que fue su restaurante

Las Médulas

Sobre una mesa de plástico medio derretida, aún se ven dos copas de cristal caídas, una panera con cuatro trozos de pan duro y una botella de licor, al que siempre "invitaba la casa". La mesa está congelada en el instante exacto en que los dueños y los clientes del restaurante O Camiño Real, en Las Médulas, tuvieron que salir corriendo. El fuego se les echaba encima. Hoy, más de una semana después del incendio, el restaurante es solo escombros.

"Había mesas por todos los lados. Teníamos mesas aquí y mesas allí. Todo era mesas por aquí", recuerda Javi, uno de los propietarios, mientras camina entre los restos. "No hay nada. Eso son las bandejas que quedaron retorcidas, como lo estás viendo. Mira, todavía hay dinero por ahí".

O Camiño Real no era solo un restaurante. Era también la casa de Javi y Marga. El 10 de agosto, poco después de las tres de la tarde, el fuego lo arrasó todo. “Salí a la parte de atrás y estaba ya mi marido. ‘Corre, Javi, que no da tiempo’, le dije. Cogió la manguera… en cinco minutos lo teníamos en la puerta de casa. Ahí nos quedó todo: ropa, todo, toda la vida que teníamos”, cuenta Marga.

En la terraza, la escena parece detenida en el tiempo. "Hay mesas sin recoger todavía porque salimos con lo puesto. Quedó el mandil de la cocina", dice Javi. "Ahí se ven dos copas que estuvo comiendo una parejita, que traían un perro… la panera, los vasos del café. Esa mesa está llena con las botellas de los licores que les ponemos siempre un chupito", añade Marga.

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Ahora, con el paso de los días, pueden describir lo que ven, contar lo poco que ha quedado del restaurante. Pero el golpe emocional ha sido profundo. "Yo no me creía que fuera tanto. Subió mi hijo y mi marido le decía: ‘Pero bueno, algo quedará’. Dicen: ‘Nada’. Y cuando ya llegué… me derrumbé totalmente", confiesa Marga.

Un proyecto de 18 años de trabajo

El proyecto que ardió era mucho más que ladrillos y mesas. Era el resultado de 18 años de trabajo, levantado poco a poco desde 2007, cuando la crisis les obligó a reinventarse. "No teníamos ni para comer. Fuimos a arreglar unas viñas para sacar algo de dinero. Con eso compramos productos típicos del Bierzo y montamos una tienda. Después compramos unas mesas de un barco en Galicia. La gente venía, se sentaba… ‘¿Por qué no haces algo para comer?’, nos decían, 'Unas tapas'. Y así empezamos", recuerda Marga.

Javi no quiere quedarse quieto. Ya está buscando cómo volver a levantar el negocio, aunque sea de forma temporal, en el pueblo de al lado. "Pensé en el restaurante El Castro de Carucedo, que está para alquilar. Para meterme en un sitio y no perder la clientela que teníamos, que había clientela de fuera, aparte del Bierzo".

En O Camiño Real, Javi estaba construyendo un pequeño escenario de madera para que su hijo, músico en el grupo local Mala Komunikación, pudiera tocar algunas noches. "Mi hijo toca con una banda de aquí del Bierzo, que son muy buenos, les tienen que contratar más", cuenta Javi, entre risas. "El día del incendio, mi hijo me decía: ‘Papá, vamos a sacar los instrumentos’. ‘Hijo, vámonos de aquí, que nos come el fuego’", recuerda Javi. “Tenía allí todos los equipos de música y eso lo perdió", añade Marga.

Ahora, en el nuevo (y temporal) O Camiño Real, con el mismo menú, el mismo cariño, pero unos kilómetros más allá, Javi, su hijo y el resto de Mala Komunikación podrán volver a tocar las canciones que iban a sonar en ese pequeño escenario de madera que ya no existe, pero que seguro volverán a levantar.