"Nos ganó el incendio": la retirada de los bomberos cuando el siniestro se complica
Un capataz de la BRIF explica cómo funciona el Protocolo OCEL, el salvavidas que sacó a 20 bomberos del infierno de Sanabria
"Nos ganó el incendio": la retirada de los bomberos cuando el siniestro se complica
Madrid
"Nos ganó el incendio y al día siguiente nos volvió a ganar. Esa es otra de las cosas que debería recoger el protocolo: la frustración". Antonio es el capataz de una cuadrilla de 20 bomberos forestales que esta semana ha trabajado en el incendio de Sanabria, en Zamora. Cuando habla de incluir la frustración en el protocolo, se refiere al Protocolo OCEL (Observación, Comunicación, Escape, Lugar seguro), un mecanismo de obligado cumplimiento diseñado para garantizar la seguridad de los efectivos cuando están en un incendio.
Este martes por la tarde el dispositivo se dividió. Lo que parecía sencillo se complicó por el intenso humo: "Empezamos a no ver, a no poder respirar, y en ese momento toda la extensión que habíamos alcanzado la redujimos volviéndonos a juntar para restablecer la estrategia", recuerda Antonio. Cada extinción es diferente e impredecible, y para protegerse, los bomberos forestales se guían por sus propias reglas. El Protocolo OCEL está basado en la observación constante, la comunicación entre todos los miembros del equipo "nadie puede quedar aislado". Los mensajes tienen que ir y volver entre todo el equipo que está dirigido por un técnico que casi siempre se sitúa en una posición más alta para tener una visión más amplia de la situación.
En todo momento se debe establecer una ruta de escape por la que abandonar de forma segura el lugar donde se trabaja en el caso de que sea necesario. Dichas rutas de escape deben llevar siempre a un lugar seguro, es decir, allí donde no haya peligro de ser alcanzado por el fuego ni un calor excesivo.
"Sabía que no nos íbamos a quemar porque esto se entrena"
Antonio Mármol es capataz bombero forestal en la BRIF en Cuenca, lleva más de dos décadas ejerciendo e insiste en que lo vivido estos días parecía "otro planeta", la última vez que vio algo así fue en sus inicios, durante unos incendios en Galicia. Con rotundidad insiste en que sabía que no se iban a quemar "porque la comunicación se entrena, se automatiza". Por esa ruta de escape, que ellos mismos habían abierto a su paso, recorrieron un kilómetro y medio hasta llegar a un lugar seguro que en este caso fue el punto en el que habían iniciado la actuación.
Una vez ahí, es cuando aparece la frustración por haber abandonado. "Te sientes mal porque te quedan fuerzas para seguir peleando, pero no puedes dominar esa fuerza de la naturaleza y te tienes que ir", lamenta. Después aparecen los dolores de cabeza por el humo inhalado e incluso, las lágrimas negras. Este brigadista dice que allí no hay héroes, solo "ojos para mirar, manos para trabajar y una voluntad inquebrantable".