Hacían cola por sus croquetas: cuando murió, tuvieron que decidir qué hacer con las que habían quedado congeladas
El cocinero falleció a principios de verano, dejando varias decenas de croquetas en el congelador del local. Ahora los dueños deciden qué clientes son merecedores de ellas

La Ventana a las 16h | "Era un renacentista de la croqueta...": los dueños del Asador Zubikoetxea reparten las últimas croquetas de Rober
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El asador Zubikoetxea es uno de esos lugares en el que se respira familiaridad y cercanía. El restaurante acumula una horda de peregrinos a raíz del fallecimiento de Rober, cocinero y emblema de Lekeitio que perdió la vida hace varios meses en un accidente de moto. Rober dejó varias decenas de croquetas en las cámaras del local convirtiéndose así en uno de los mayores tesoros de Lekeitio.
"Esa croqueta se tomaba primero en el bar Erkiaga, luego se empezaron a hacer en el asador. Este señor era un autónomo de la croqueta. Él las hacía y la gente moría por ellas", explica Jacobo Bergareche, productor, guionista y cliente del asador Zubikoetxea, sobre la historia de la fama de Rober en La Ventana.
Rober era motero por naturaleza. Un día de ruta, en el que iba a hacer cerca de 100 kilómetros, perdió la vida repentinamente en un accidente que dejó sin aliento al pueblo. "No se sabe si murió porque le dio algo o por un accidente. Era un hombre queridísimo", cuenta Bergareche.
Cuando Japitxi, el dueño, abrió la cámara frigorífica se encontró con las últimas croquetas de Rober, famosas en el pueblo. "La gente peregrinaba para ver si le caía alguna croqueta y Japitxi, el dueño, decidía quienes estaban entre la aristocracia de sus feligreses y tenía derecho a croqueta y quienes no", cuenta. Además, Bergareche afirma que comer una de esas croquetas "era similar a comer 3 o 4 por lo grandes que eran".
Rescatar la receta es imposible porque Rober jamás dejó constancia de ella. "Mi abuela que es feligresa dice que hay que poner la croqueta de Rober en la carta, pero los dueños dicen que es una horterada. Cuando hablas de él, los dueños se echan a llorar. No quieren tener el nombre puesto porque era un 'personajazo'. Un renacentista de la croqueta...", recuerda Bergareche.
Como último homenaje, Bergareche cuenta que la intención es "pasear la última croqueta por todos los bares de Lekeitio haciendo una especie de entierro de la sardina". Respecto al restaurante y su vinculación con él, Bergareche afirma que "el Zubikoetxea es un sitio en el que me siento bien porque me dan lo que quiero sin sorpresas".




