Juan Cavestany: "La ciudad es un escenario dramático, pero aún queda mucho Madrid vetusto y nostálgico"

Madrid

El director madrileño Juan Cavestany (58 años) practica una mirada singular hacia su ciudad natal. Durante la pandemia, cuando solo podía realizar introspecciones de Madrid desde su casa, dirigió el proyecto colaborativo Madrid Int. (2020). Ahora observa el exterior. Pero no solo mira la ciudad al completo, sino también la escucha. Este experimento sociológico presentado como película ha sido bautizado como Madrid Ext. y su fecha de estreno es el jueves 28 de agosto.

El ensayo visual que ahora propone Cavestany, indaga en aquello que cree que es la ciudad y las transformaciones que sufre a lo largo del tiempo. "La ciudad es una encrucijada de tensiones, comercios, violencia, deseo, superviviencia", afirma, "es un escenario dramático". No obstante, el director percibe a la capital con un halo de esperanza: "Aún queda mucho de ese Madrid vetusto y nostálgico".

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Con el recorrido que plantea condensado en hora y media, Cavestany propone un equilibrio entre la fotografía y la música para retratar Madrid de la mejor manera. "La película propone un ejercicio de reconciliación con la ciudad, de mirarla de determinada manera y de imaginarse la que le guste a cada uno", explica. Y esta ciudad cambiante, con espacios abiertos, cerrados, escondidos... es la que opta por reflejar Cavestany. A este ejercicio, el director y dramaturgo lo tilda de "psicoanálisis", con el objetivo de destacar "lo que no es aparente en la ciudad".

El encargado de la imagen es el propio Cavestany, quien junto al cámara Javier Bermejo, ha recorrido los barrios madrileños durante tres años. Mientras que la música de este proyecto suena de la mano de Guille Galván, letrista de Vetusta Morla. "Hay una tendencia al equilibrio en cuanto a la música que se quiere para cada momento o, al contrario, en la imagen que es pertinente para cada momento de la música", detalla el director.

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En el caso de Galván, "la película ha sido un aliciente para hacer un trabajo de reconocimiento e introspección junto a Juan". El músico añade que durante la creación del proyecto, ha podido "repensar la ciudad, ponerla en valor y homenajear cosas que están desapareciendo en esta fase de turbocapitalismo". Algunas de estas son el sonido del afilador, el tapicero y el butanero, "los tres animales mitológicos que se escuchan pero no se ven", señala Cavestany.

Para traer al primer plano estas figuras, Galván ha convertido al teclado el sonido del chiflo, de manera que parezca un sintetizador. Recuperar esta especie de silbato o flauta de pan que trajeron a Madrid los afiladores de Ourense "es una manera de traer al presente toda esa historia", relata el compositor. Eso sí, Galván es firme y no ha querido trabajar su sonido desde lo histórico o nostálgico, sino desde un presente que aún podemos escuchar en Madrid.

De hecho, su Madrid, la del director y también la del músico, suena a tradición, aunque no es una película folklórica, sentencian ambos. Es, más bien, un archivo visual de un Madrid que resiste sin recrearse en aquello que fue. "La ciudad se define a sí misma y no se adapta a lo prejuicios, es inacabable", comenta Cavestany, "y aún queda más Madrid de lo que parece".

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La película forma parte de un proyecto mayor, que pretende devolver a aquellos sitios donde se rodó, un agradecimiento en forma de pase de Madrid Ext., explica Cavestany: "Queremos ponerla en el Hospital de la Princesa, en el Huerto de Manoteras, en algunas facultades, en museos también". Estos espacios tienen que ver con el extrarradio, con el barrio y con sitios donde la gente no va al cine o no tiene fácil acceso al cine. "Es una quimera, es una ilusión que veremos hasta qué punto es real", sentencia el director y dramaturgo.