Venecia 2025 | Jaume Claret Muxart seduce con un relato poético sobre la adolescencia en ‘Estrany Riu’
El autor catalán presenta su debut en el largometraje en la sección Orizzonti del Festival de Venecia, la historia de descubrimiento de un joven durante unas vacaciones con su familia por el Danubio

Fotograma de 'Estrany Riu', la película de Jaume Claret Muxart presentada en Venecia

Venecia
El debut de Jaume Claret Muxart era uno de los más esperados del año en el cine español. Su ópera prima, 'Estrany riu', había generado un runrún desde hace meses y el joven autor catalán ha confirmado las expectativas durante la presentación de la cinta en la sección Orizzonti del Festival de Venecia. Su caso es curioso en en el panorama actual del nuevo cine español. Tiene solo 27 años, no le dio la nota para estudiar en la Pompeu Fabra y se marchó a la Elı́as Querejeta Zine Eskola. En esa época, separado de su familia, le empezó a rondar la idea para este largometraje inspirado en algunas de sus vivencias y sus vacaciones por el centro de Europa. "Recuerdo como un momento de crisis, de decir, echo de menos a mi familia, entonces empecé a ver las fotografías de todos esos viajes y claramente la única forma que tenía de narrarlo era desde el punto de vista de alguien que fuera cercano a mi edad en ese momento, pero también quería ese punto de vista pudiera fluir hacia otros personajes y romper un poco con la idea de 'coming of age".
Bajo esa apariencia, la de relato de iniciación y despertar adolescente, Jaume Claret desmonta muchos de esos tropos con esta historia sensorial de búsqueda, descubrimiento y dudas, las que acompañan a ese adolescente en esas vacaciones, entre rutas en bicis y campings, por el Danubio. "Quería hacer una película que no fuera sobre el descubrimiento de la homosexualidad, porque aparte espero pensar que hemos pasado esa fase al menos en ciertos lugares. Quería retratar a alguien que está con dudas en general, que está descubriendo el mundo. En un momento dice, 'no me gustan los chicos, me gusta Gerard'. Y eso creo que también es algo casi más joven que mi generación. Como cineastas tenemos responsabilidad de escuchar y observar un poco también a las nuevas generaciones. Y ahí sí que pienso que ha cambiado el tema en ese aspecto. No quería que el conflicto fuese ese, sino más bien cómo se enfrenta al mundo", defiende el cineasta.
Para retratar ese estado mental el director acompaña a la familia por esos espacios verdes y por sus paradas con un cámara en movimiento que refleja la inquietud adolescente, la pulsión interna y los deseos sexuales del adolescente. "Tenía claro que quería una película muy sensorial, en el sentido de que la naturaleza, un poco como Holderlin, un poco esa idea de cómo afectan los cambios personales y cómo alteran la naturaleza, un poco Jean Renoir en ese caso, cómo de repente todo se transforma. Con el director de fotografía Pablo Paloma teníamos muy claro que la película tenía que ser con movimiento y ser una película como acuática, que los movimientos y los travellings fueran algo muy presente, incluso algunos que no notases, pero que está ahí la cámara moviéndose", explica.
La cámara sigue a ese joven, interpretado por el también debutante Jan Monter, una revelación con su profunda mirada, cada gesto y cada silencio, pero también a toda una familia que a la vez se transforma. Nausicaa Bonnín y Jordi Oriol interpretan a los padres. "Hay algo en ellos de confiar, de dejar ir al hijo, de dejar que experimente algo, pero también ellos en qué momento están de la relación. Me gusta la ambigüedad. La ambigüedad permite muchas lecturas también para cada espectador que entra y pone sus experiencias. Es una película sobre la educación sentimental de unos padres a sus hijos, pero también de los hijos a los padres. Entonces había también algo de preguntarse qué pueden aprender los padres de los niños", añade Jaume Claret Muxart.
En ese ir y venir el autor abre una ventana a lo fantasmal, al misterio, a lo fantástico que es tan real como la vida misma cuando aparece como revelación. Y es así cuando 'Estrany riu' emerge como una obra profundamente misteriosa y seductora. "Nos hemos acercado desde el realismo poético, influenciado por el francés de los años 30 o 40 de Jean Epstein o Jean Vigo. La proyección de un adolescente muchas veces en ese momento es idílica, es imaginada, entonces, hacer de esa de esa imaginación algo real. Y ahí es donde me podía meter desde lo poético, que me parece más arraigado también a la realidad, pero que digamos que forma parte de lo que es el cine. Al final entras en una película y aceptas unas leyes también", aclara.
Y parte de esa poesía también se la proporciona la inmensidad del Danubio, un río que obsesionaba al director desde hace años y que, además, le sirve aquí como metáfora perfecta para el arco de su protagonista. Porque 'Estrany riu' es también una película río, valga la redundancia, ante los flujos emocionales y las corrientes que atraviesa esa familia durante sus días de descanso. "Entonces, cuando empecé a escribir esta película, pensé en el Danubio porque era como misterioso. Luego una profesora me recomendó leer 'El Danubio' de Claudio Magris, pero, después de tantos años, necesitaba también filmarlo. No quería perder la magia de rodar por primera vez en verano y con una historia totalmente diferente", recuerda.
Jaume Claret Muxart, además de citar como referentes a esa generación francesa de los 30 que sentó las bases de la Nouvelle Vague, ha manejado a otros tantos autores que le han acompañado en su formación cinéfila. De Marco Bellochio o Ettore Scola repasó su capacidad para entrar en las dinámicas familiares. "Vimos muchas de sus películas durante el proceso para explorar esas relaciones entre hermanos y primos, porque también me interesaba mucho en el aspecto físico". De Maurice Pialat, otro genio francés no tan conocido en nuestro país hasta una reciente retrospectiva, revisionó títulos como 'A nuestros amores' junto al joven protagonista. "Pialat es un cineasta que me fascina y que he estudiado mucho. En el momento de preparar los ensayos, que estuvimos cuatro meses preparando con Jan veíamos muchas escenas de Pialat. Entonces salían improvisaciones, salían ejercicios. Por ejemplo, la escena del padre y la hija es la base de la relación entre el padre y el hijo en 'Estrany riu", cuenta.
También cita a Luchino Visconti por lo coreográfico de las escenas y los personajes. "Me interesaba sobre todo el deambular, todas esas escenas en las que se van mirando y se van como seduciendo, cómo se mueven los personajes", añade, consciente, además de que uno de los riesgos de la película tenía mucho que ver con 'Muerte en Venecia'. El quedarse fascinado cinematográficamente con la belleza del joven protagonista, como le pasó al italiano con Tadzio. "La belleza es muy peligrosa. Hicimos un casting de 850 chicos y él apareció en el 600 o así. Sí que tenía esa belleza, esa cinematografía en su rostro, pero a la vez es una persona con los pies muy en el suelo. Y también creo que eso de alguna forma se transmite en el personaje y le da complejidad, tiene algo ahí como tímido que lo hace muy interesante y muy misterioso. Entonces ahora tenemos que justamente cuidar mucho también eso en la distribución. Por ejemplo, en 'Muerte en Venecia' se hizo fatal", responde.
Jaume Claret Muxart, que cuenta en el guion y el montaje con el trabajo de Meritxell Colell, también referencia a autoras como Carla Simón, de la que, dice, utilizó su método de trabajo previo con los actores. Improvisaciones, quedadas por grupos, un fin de semana de convivencia... Y tiene todo el sentido porque en 'Estrany riu' todos los actores están fantásticos y destilan esa naturalidad tan orgánica de captar el curso de la vida, el verano del cambio, la transformación de una familia. El joven autor catalán se suma a esa generación de cineastas que está cambiando nuestro cine, en lo estético, lo narrativo y también lo industrial, con uno de los debuts más estimulantes de la temporada.




