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El impulso al eje franco-alemán queda empañado frente al poder de EE.UU.

El relanzamiento del tándem ‘Merzcron’ hace aguas por la dependencia de Berlín de Estados Unidos y la debilidad interna del presidente francés

El impulso al eje franco-alemán queda empañado frente al poder de EE.UU.

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París|Berlín

La noche en la que la Unión Cristianodemócrata declaró su victoria en las elecciones generales, Friedrich Merz, que se perfilaba como próximo canciller de Alemania, hizo un llamamiento a los líderes europeos a “reforzar Europa lo antes posible” para caminar hacia “la independencia” de Estados Unidos. “Ha quedado claro que los estadounidenses (…) son en gran medida indiferentes a la suerte de Europa”, espetó el conservador.

Sus palabras, equiparando “las injerencias” de Washington a las de Moscú y priorizando “la unidad de Europa”, marcaban la línea de la política exterior que Francia llevaba decenios esperando por parte de su socio. Pero de aquello solo han pasado seis meses y las grandes ambiciones de independencia europea ya se han desinflado.

“Hemos tenido la impresión, especialmente durante las últimas visitas de Friedrich Merz a Donald Trump, de que el canciller alemán está dando marcha atrás en su voluntad de liberarse de la influencia de Estados Unidos”, dice Jacob Ross, experto en relaciones franco-alemanas del Consejo Alemán de Relaciones Internacionales (DGAP).

El motivo es que sigue convencido de que “Europa sigue dependiendo de las garantías de seguridad estadounidenses, de que Alemania sigue bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos y que, por lo tanto, es demasiado pronto para buscar esa independencia”, explica, y eso está generando impaciencia en París.

Una relación de cooperación

Sin embargo, sabedores de que un motor franco-alemán fuerte equivale e una Unión Europea fuerte, ambos países han trabajado por dar un impulso a la cooperación bilateral en un momento en el que Europa ha sido arrollada, en lo económico, por Estados Unidos, y en lo moral, por su permisividad del genocidio de Israel en Gaza.

En los últimos meses, el tándem ‘Merzcron’, como los han bautizado algunos diarios, ha vivido sus mejores relaciones de los últimos años. La afinidad personal del presidente francés, Emmanuel Macron, con su actual homólogo alemán dista mucho de la que tenía con su antecesor, el socialdemócrata Olaf Scholz, y eso ha permitido reavivar las relaciones bilaterales.

La prueba es que, desde el nombramiento de Merz en mayo, se han sucedido las reuniones entre ambos, en París el 7 de mayo y en Berlín el 23 de julio, además de multiplicarse el trabajo conjunto entre sus dos Gobiernos. La última cita ha sido esta semana, con el consejo de ministros franco-alemán de Tolón, en el sur de Francia, del que salieron varias iniciativas conjuntas.

La sintonía es buena y ha habido avances en la cooperación en materia de energía, industria, tecnología o espacio. Aun así, tienen algunas sonadas discrepancias. Merz no esconde sus diferencias con Macron respecto a Ucrania, con sus reservas sobre el envío de misiles Taurus o el despliegue de tropas, así como en Gaza, donde considera que no se dan las circunstancias para reconocer un Estado de Palestina. Además, chocan en asuntos comerciales como el acuerdo de la UE con Mercosur, del que Berlín es un firme defensor.

Temor por la crisis política en Francia

Otro de los escollos para el relanzamiento de la cooperación es la incertidumbre política en Francia. Desde hace más de un año, el país galo vive un periodo de inestabilidad institucional, encadenando tres Gobiernos diferentes y afrontando, el próximo 8 de septiembre, un voto de confianza que previsiblemente perderá el primer ministro François Bayrou, haciendo caer de nuevo al Ejecutivo.

“Eso impide construir una verdadera relación de confianza, trabajar bien juntos”, asegura Jacob Ross. En referencia al consejo de ministros franco-alemán del pasado viernes en el sur de Francia, cree que “los alemanes discuten con la idea en mente de que su socio tal vez dentro de tres, cuatro o cinco semanas ya no estará allí. Que tal vez habrá otro color político, otro partido al otro lado, y que, por lo tanto, cualquier compromiso que hoy se pueda negociar en Tolón podrá renegociarse o cuestionarse en muy poco tiempo”.

Macron, que es ahora el veterano entre los líderes europeos, está supliendo su debilidad interna con una pugna por el liderazgo de la política exterior europea. Lo ha hecho rivalizando con su homólogo alemán por la atención de Donald Trump para convencerle de no excluir a Europa de las negociaciones de paz para Ucrania. “Macron necesita buenas noticias”, dice Ross, aunque esto, lejos de ser un problema para Berlín, ha contribuido a aumentar la simpatía personal entre ambos líderes. “Merz se posiciona un poco como heredero de las ideas de Macron”, añade el experto, y sabe que al francés le queda poco tiempo para focalizarse en la Unión Europea porque en poco más de un año, si no antes, estará inmerso en la campaña para las elecciones presidenciales de 2027.

 

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