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Sira Abenoza: “La ciencia y la tecnología avanzan muy rápido y no encontramos tiempo para parar”

La doctora en Filosofía, directora de La Casa dels Clàssics y fundadora del Instituto para el Diálogo Socrático reinvindica el diálogo entre diferentes como antídoto contra la polarización

La entrevista | Sira Abenoza, filósofa: "Pensar no es ninguna ganga, puede ser agotador"

La entrevista | Sira Abenoza, filósofa: "Pensar no es ninguna ganga, puede ser agotador"

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“Cuando nos sentimos desorientados y no sabemos hacia dónde dar el siguiente paso, girarnos y mirar qué dijeron los clásicos en situaciones parecidas a las nuestras nos ilumina y nos guía. Por eso siempre es un as en la manga. Los clásicos son aquellos que dijeron cosas que llamamos clásicas porque todavía nos funcionan hoy”. Sira Abenoza es doctora en Filosofía por la Universitat de Barcelona y directora de La Casa dels Clàssics, una institución que se dedica a divulgar literatura clásica universal.

De entrada reconoce que “el presente es muy descorazonador a distintos niveles”. Un presente que nos lleva a cuestionarnos si nuestra brújula moral está estropeada, si estamos retrocediendo o repitiendo errores del pasado como humanidad. Para la filósofa, si algo determina la singularidad de nuestro tiempo son los avances tecnológicos y científicos. “Avanzan muy rápido y, en cambio, parece que no encontramos el tiempo para parar y preguntarnos si eso tiene sentido o si hay avances tecnológicos y científicos que deberíamos poner en duda”.

“Vivimos una vida tan rápida y estamos tan borrachos de información que nos sentimos abrumados y despistados... Menos capaces de apartar la niebla y preguntarnos qué hay de estructural en lo que está ocurriendo y en qué cuestiones deberíamos hacer un cambio de rumbo. Andamos en la niebla”, sentencia.

Hay una particularidad en el currículum de nuestra entrevistada. Es, sin duda, una mujer de letras, pero, paralelamente, también estudió comercio internacional. De hecho, desde hace años imparte clases en una escuela de negocios, en el departamento de Sociedad, Política y Sostenibilidad de ESADE. Es, en ese sentido, una infiltrada. “Ya en esa época de estudiante de negocios en un centro privado veía que lo que los futuros empresarios y directivos –quienes decidirían en el futuro cómo sería el mundo– hablaban y escuchaban en las aulas los llevaba solo a preocuparse por hacer dinero. En cambio, en la Facultad de Filosofía, y en el bar de la facultad, nos preguntábamos todos cómo hacer un mundo mejor. Entonces ahí dije: ‘Yo lo que tengo que hacer es llevar a los directivos a las aulas de filosofía, porque ellos son los que tendrán poder y tenemos que lograr que ellos reflexionen’. Por eso decidí infiltrarme”.

Abenoza fundó y dirige el Instituto para el Diálogo Socrático, una fundación dedicada a difundir el diálogo socrático como herramienta de estabilidad, inclusión, desarrollo y justicia en el mundo. La fundación ha promovido en los últimos años conversaciones entre los distintos actores del conflicto irlandés o entre personas privadas de libertad (presos) y policías, entre otros ejemplos. Para la pensadora “la gracia del diálogo socrático, de la filosofía dialogada, es que nos invita a pensar juntos”. Y añade: “Cuando tenemos la valentía y el coraje de sentarnos a pensar juntos, nos damos cuenta de que hay muchas más cosas que nos unen que las que nos separan”.

En este sentido, considera el diálogo como un antídoto para uno de los males de nuestro tiempo: la polarización. “Estamos cada vez más movidos por una lógica de lo que me gusta y lo que odio; tengo amigos y enemigos; aquellos que piensan como yo, y me rodeo de ellos, y los demás, que solo dicen estupideces y merecen ser insultados y erradicados. En esta lógica, el ejercicio del diálogo nos permite ver que el mundo es uno y que estamos más juntos que nunca. La pandemia fue un ejemplo radical: lo que ocurre en un laboratorio de Wuhan puede afectar a todo el mundo y eso nos muestra que estamos juntos y, por lo tanto, que tenemos que decidir cómo queremos vivir juntos”.

Lejos de un planteamiento naif o buenista, Abenoza cree que el diálogo no deja de ser “un acto de fe”. Recuerda que a lo largo de la historia de la filosofía ha habido dos grandes visiones sobre nuestra existencia: la que sostiene que el ser humano es malo por naturaleza y la que defiende que es un ser bueno y capaz de grandes cosas. “Esta es una discusión infinita, sin fin, porque si miras a la historia encuentras ejemplos de ambas visiones. Para dialogar uno necesariamente tiene que abrirse, mostrarse al otro de manera auténtica. En el diálogo no funciona la lógica del debate, la lógica retórica de decir aquello que conviene o no. En un diálogo –y eso ya lo decía Platón– la idea es que yo abro mi mundo y me abro a recibir el mundo del otro. Y eso, en un mundo en el que nos tenemos miedo o desconfianza, requiere ese acto de fe. Es un salto al vacío”.

En su último ensayo publicado, No consentiràs pensaments impurs (Fragmenta Editorial, 2024), la filósofa reflexiona sobre los peligros de perseguir la pureza del pensamiento humano y defiende que los pensamientos son “impuros por naturaleza”. “Cuando empecé a trabajar este mandamiento en profundidad me di cuenta de que, efectivamente, el pensar humano es imperfecto e impuro por definición porque no somos dioses. El pensar de los humanos es un constante y un continuo ensayo y error. Es un hacer figuritas mal hechas. Si nos dicen que no consintamos pensamientos impuros, en el fondo no nos están permitiendo pensar. La religión nos ha ido transmitiendo unos principios, unos mandamientos, unos cánones, unas órdenes de cómo debíamos comportarnos para ser un buen cristiano. Y eso, de alguna manera, es cómodo también. Pensar no es ninguna ganga, puede ser agotador, porque claro, te puede hacer sentir que estás solo en ciertos momentos, que no entiendes. Pensar es no aceptar lo que está dado”.

Pese a todo, la filósofa se dice optimista y cree que “cada día hay gestos de esperanza si miramos atentamente”. “Uno de los peligros de este sistema de capitalismo voraz de urgencia constante, de infoxicación permanente, es que hemos dejado de mirar en un sentido auténtico. Y cuando uno se para y mira, hay flores que nacen en cada rincón. Cuando yo levanto la cabeza de mi pantalla, generalmente puedo ver algún gesto que me que me puede dar esperanza. Pero tengo que tener el tiempo, el deseo y la calma para mirarlo”.

Antonio Vico

Antonio Vico

(Jaén, 1992) Ligado a la radio y a la Cadena SER desde 2012. Trabaja como productor y guionista de 'A...

 

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