Diez años del "Lo conseguiremos" de Merkel: la cultura de la bienvenida a los refugiados ya es historia en Alemania
La entonces canciller alemana trató de impulsar en el país una cultura de recibimiento destinada a integrar a personas procedentes de Siria o Afganistán

El 'selfie' de la entonces canciller alemana, Angela Merkel, con Anas Modamani, refugiado sirio, dio la vuelta al mundo en 2015. / Sean Gallup

Berlín
Pocas frases significan tanto en Alemania como aquella que Merkel pronunció tal día como hoy hace diez años. “Wir Schaffen das”, “lo conseguiremos”. La entonces canciller se encontraba en la tradicional rueda de prensa de verano ante la prensa nacional e internacional.
Con ella intentaba animar a la sociedad alemana a involucrarse en la acogida e integración de los cientos de miles de refugiados que llegaban esos meses a Alemania, la mayoría huyendo de una Siria devastada por la guerra, gracias a su política de puertas abiertas.
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Desde entonces su integración constituye una ingente tarea para las administraciones públicas y la sociedad civil, sobre quien recae buena parte de la ayuda. Diana Henniges, directora de la asociación de ayuda a los refugiados Moabit Hilfe, asegura que estos aún sufren una discriminación estructural: "Desde el punto de vista administrativo y político, hemos logrado una gran hazaña, pero seguimos trabajando en condiciones difíciles. Hemos perdido muchos servicios para los refugiados".
Enumera como algunos problemas la tardanza de meses en recibir una tarjeta sanitaria incluso para personas con enfermedades graves como cáncer o esclerosis, la provisionalidad de los alojamientos, y el difícil acceso a una administración burocratizada al extremo y sin traductores. La mediación lingüística suele ser proporcionada por la sociedad civil o las ONG en la práctica totalidad de los casos.
Ulrike Lessig, directora ejecutiva de la asociación Be an Angel se lamenta de que entidades como la suya, al pie del cañón desde el primer día, deben mantenerse casi en su totalidad de donaciones: "Y eso es una tragedia, porque dedicamos gran parte de nuestro trabajo a recaudar fondos, tiempo y esfuerzo que podríamos dirigir a hacer más".
Esta trabajadora social lleva desde el primer día atendiendo a refugiados. "Mi padre también huyó durante la Segunda Guerra Mundial con su madre y para mí es evidente que quienes huyen de un país no lo hacen por diversión", asegura. En los años 2015 y 2016 juntos, 1,2 millones de personas llegaron a Alemania y solicitaron asilo.
Cultura de la bienvenida
Lessig formó parte de la llamada ‘Willskommenkultur’ (‘Cultura de bienvenida’) prestando incluso su casa para brindar alojamiento de urgencia. "Rápidamente nos encontramos ayudándolos a hacer valer sus derechos y nos convertimos en expertos en leyes de asilo, algo que nunca hubiéramos imaginado", recuerda en un encuentro con los medios extranjeros.
Pero todo el esfuerzo le ha valido la pena. Con un punto de orgullo cuenta que recientemente asistió a una ceremonia de naturalización, donde alguien a quien ha acompañado durante mucho tiempo ha recibido su pasaporte alemán: "Fue un honor para mí estar allí. Fue fantástico".
Un encuentro 10 años después
Anas Modamani, es el refugiado sirio de aquel selfie con la ex canciller Merkel que dio la vuelta al mundo. Se la hizo en un centro de acogida para solicitantes de asilo en el barrio berlinés de Spandau. Era septiembre de 2015 y ni siquiera sabía quién era ella. Hoy trabaja como periodista en Berlín tras culminar sus estudios. Se siente "feliz y agradecido".
"Yo lo conseguí porque estaba muy motivado y tenía gente estupenda a mi lado. Pero todavía hay muchos que ni siquiera ha aprendido el idioma y necesitan tiempo. La vida en Alemania es muy dura, hay que ser muy fuerte", asegura.
10 años después ha conocido al fotógrafo cuyas imágenes lo convirtieron en uno de los refugiados más conocidos, Sean Gallup, de Getty Images, quien en un encuentro con motivo del aniversario se dirigió a Modamani: "Solo quería decirte que me alegro mucho de que te vaya bien, de que hayas encontrado una nueva vida aquí, de que hayas encontrado la felicidad. Y si la foto ha contribuido un poco a ello, me alegro aún más porque yo fui el fotógrafo".

El sirio Anas Modamani (izquierda, de pie), conocido por su 'selfie' con la excanciller alemana Angela Merkel, se encuentra por primera vez con el fotógrafo de 'Getty Images' Sean Gallup (derecha, de pie), quien sacó la imagen de ambos que dio la vuelta al mundo.

El sirio Anas Modamani (izquierda, de pie), conocido por su 'selfie' con la excanciller alemana Angela Merkel, se encuentra por primera vez con el fotógrafo de 'Getty Images' Sean Gallup (derecha, de pie), quien sacó la imagen de ambos que dio la vuelta al mundo.
Modamani asegura que le buscó durante mucho tiempo, porque quería conocerle. La foto le dio la oportunidad de hablar con gente muy diversa, alemanes y emigrantes, además de ser testigo de las distintas fases del proceso de integración.
Respecto a quienes critican el bajo porcentaje de refugiados que se han incorporado al mercado laboral, Modamani rechaza el estereotipo: "También hay alemanes que no quieren trabajar porque reciben dinero de la oficina de empleo y cobran lo mismo que si fueran a trabajar. Creo, sin embargo, que los solicitantes de asilo están motivados y quieren trabajar porque saben que en buena parte de ello depende su futuro en el país".

Modamani y Gallup tras su reencuentro 10 años después en Berlín.

Modamani y Gallup tras su reencuentro 10 años después en Berlín.
Para Ahmad Katlesh, escritor y periodista sirio lo más difícil es tener que justificarse ante el racismo y los estereotipos: "Tengo que justificarme cada vez que me hablan del sirio violento, el sirio que lleva barba y del que hay que desconfiar… a menudo tengo que demostrar lo contrario", reflexiona. Su compatriota Aghiad Malik, trabajador social, "Alemania lo hizo lo mejor que pudo y esa experiencia ha servido para hacer las cosas mucho mejor después, por ejemplo con el pueblo ucraniano".
Experiencia para integrar
Diana Hennigues comparte la idea de que la experiencia permite afrontar la integración ahora de otro modo. "Los políticos también se han dado cuenta de ello aunque les ha llevado años. Ahora entienden que, naturalmente, no se puede integrar a las personas quitando las oportunidades laborales, obligándolas a vivir en alojamientos masificados y sin darles la oportunidad de aprender el idioma, porque debemos ser conscientes de que la mayoría de estas personas han sufrido varios rechazos en el proceso y esperas de varios años".
Ahora, añade "hemos visto que son personas individuales, que por encima de ser refugiados son personas que deben decidir por sí mismos lo que quieren hacer con sus vidas".
A su juicio, el gran reto es que la sociedad alemana se libre de los estereotipos porque la culpa, dice, no solo es del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania, principal partido de la oposición. "En parte también es culpa de los silenciosos, de los moderados, los de izquierda y los de centro. Hemos permitido un desarrollo que ha envenenado a esta sociedad y que provocará graves disturbios racistas", augura.
La llegada del nuevo Gobierno de conservadores y socialdemócratas ha endurecido la política migratoria con controles en las fronteras y menores recursos para los solicitantes de asilo. El canciller Friedrich Merz, defiende que se trata de "correcciones en favor de una política migratoria humanitaria y al mismo tiempo ordenada". La cultura de bienvenida que tantas ilusiones generó en la sociedad alemana ya es historia.




