Cristina García Rodero, fotógrafa: "Seguiré hasta que no pueda mantenerme en pie"

Madrid

Ella recuerda que a su padre le gustaba retratar los momentos bonitos en familia, esos por los que merece la pena buscar el álbum de los recuerdos. Quizá por ello, la primera fotografía que realizó Cristina García Rodero (Puertollano, 1949) fue con esa misma cámara, la de su padre, y en ella sus hermanos posaban en la playa disfrazados de 'indios' con las toallas.

A primera instancia esa captura de García Rodero puede parecer una más, similar a las que cualquier familia o grupo de amigos puede tener como souvenir de unas vacaciones de verano. Pero no es una simple fotografía. Es el germen de un trabajo de documentación como pocos se han realizado sobre las tradiciones de los lugares más recónditos de la España del siglo XX.

España oculta, quince años por las carreteras y caminos de la península ibérica

Para llevar a cabo un trabajo de este calibre se necesitan principalmente dos requisitos: interés y fuerza. García Rodero cuenta con ambas desde que, siendo una joven estudiante en su Puertollano natal, sentía unas "ganas inmensas por conocer y compartir". Junto a ello, su interés por el arte popular, ese que había vivido desde que era pequeña, le lanzó a su primera gran aventura y la que le cambió la vida.

Con 24 años cogió su cámara y comenzó a recorrer los pueblos de provincias de toda la península. Quería retratar la España más rural y esas tradiciones que conforman su 'identidad'. Lo que en un principio era un proyecto de cinco años, acabó siendo la documentación de quince años de afán por explorar el folclore que un país tan plural como España tiene. Fue en 1989 cuando, tras la decisión de su editor, Cristina García Rodero dio por concluida esa gira y publicó el libro España Oculta.

Son múltiples las capturas de la fotógrafa ciudadrealeña que se han tomado como un ícono de la cultura popular rural en la península ibérica. En esta sección de 'La península mágica' una de esas fotografías ha protagonziado la conversación junto a Lourdes Lancho y David Uclés.

Una niña duerme en un trillo bajo un cielo nublado. Su cabeza y su tronco están acomodados sobre la paja. Sus padres, al fondo, aventan el garbanzo.

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"La niña era como un pajarito. Saltaba, saltaba y saltaba. Y era feliz" comenta con una sonrisa García Rodero. Ella sabe lo especial que es esa fotografía. La madre de la niña le contó que su embarazo fue muy 'tardío', algo que le provocó infelicidad por un tiempo. Pero cuando creció fue la única de las hijas que se quedó en el campo con sus padres, conviertiéndose en la mejor compañía de su madre. "Ahora es mi alegría" le dijo a la fotógrafa.

Una España muy diferente

Son más de cincuenta años los que han pasado desde que Cristina García Rodero comenzó a transitar las provincias del país. Cincuenta años en los que España ha evolucionado en muchos aspectos. En algunos para bien y en otros en una senda negativa.

"No tiene nada que ver", explica la fotógrafa. "Nuestra guerra hizo tanto mal, tanto sufrimiento. Generó tanta pobreza. Que la gente tuviese que emigrar". Pero al mismo tiempo, recuerda que pese a que era "una vida muy pobre" las personas te acogían con los brazos abiertos, "a mi casi me secuestraban".

García Rodero expresa con seguridad que la situación social "no tiene nada que ver" con la que pudo retratar en su España Oculta. El nivel de vida ha subido y la pobreza no llega a posicionarse en los umbrales en los que se situaba hace cincuenta años. Pero en relación a las tradiciones y costumbres su visión vira entre lo negativo y lo positivo.

Pese a que existía un miedo porque esa juventud que ha abandonado los pueblos en busca de una oportunidad en las ciudades - o en el extranjero - indicase la caída en el olvido de las tradiciones, la verdad es que lo ocurrido es lo contrario. Muchas fiestas populares se han recuperado y las que se continuaban celebrando han tomado una fuerza nunca antes vista.

"Han perdido su auténtico sentido". Es la crítica que añade la entrevistada. "Van a verlas muchas veces sin respeto". Las fiestas populares se tornan en muchas ocasiones en una oportunidad para un turismo en busca de diversión descontrolada - sin límites - o incluso de borrachera. Imágenes como las se pueden encontrar de fiestas como 'Los Sanfermines' o la 'Tomatina de Buñol' son ejemplo de ello.

Un carrete que nunca se acaba

Tras haber recibido galardones como el Premio Nacional de Fotografía (1996), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2004) y, más recientemente, el Premio Ortega y Gasset a su trayectoria profesional en 2024, todavía guarda esas "ganas inmensas de conocer y compartir" que le recorrían el cuerpo desde su juventud en Puertollano. "Seguiré fotografiando hasta que [no] pueda mantenerme en pie", confiesa.

A sus 76 años García Rodero suma muchas travesías por el mundo a esa quincena de años que implicó su España Oculta. Actualmente dice estar centrada en su trabajo en Asia, un trabajo al que le aplica una filosofía desarrollada a lo largo de su trayectoria. "Es hablar de la gente, hablar con cariño, amar lo que hacen". Es hacer bien, para qué hacer mal".

Hablar de la historia de la fotografía documental implica hablar de ella. Cristina García Rodero ha vivido - y continuará hasta la extenuación - para y por retratar el folclore de esa España que hoy en día se denomina 'vaciada'. Sus fotografías son prueba de la necesidad de conocer de dónde venimos para poder profundizar en nuestra propia 'identidad'. Conocer el pasado para comprender el mundo actual.