"Me ayudaron a volver y empezar de nuevo": el viaje de Seku, de menor migrante a trabajador en Madrid
El joven llegó solo a España con 15 años, pasó por centros de menores y vivió en Francia

La historia de Seku Kunde, menor migrante en España: un ejemplo de los desafíos que esconde la preocupación social por la inmigración
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Seku Kunde aterrizó en Lanzarote en enero de 2022. Tenía solo 15 años y venía desde Guinea Conakry, solo, sin familia, sin idioma, sin certezas. Tres años después, trabaja en una pizzería en el centro de Madrid, vive en un piso compartido en Noviciado y sueña con construir su vida en España. Su historia, contada en La Ventana con Carles Francino, es un retrato íntimo del proceso migratorio de un menor no acompañado, y también del papel que juegan organizaciones como la Fundación Raíces en la reconstrucción de vidas.
"Llegué a Lanzarote y me mandaron a un centro de menores en Santa Cruz. Pasé cuatro meses esperando una resolución de la fiscalía, pero no salió. Me trasladaron a Gran Canaria, y allí también estuve en otro centro", recuerda Seku.

Al cumplir la mayoría de edad, Seku decidió dar el salto a la península. Compró un billete hacia Madrid, con la esperanza de encontrar ayuda y estabilidad. "Me fui a Luce, me hicieron la prueba de huellas y me dijeron que era mayor y me echaron. Así que me fui con un amigo a Francia.
Durante un año vivió en Francia, mientras mantenía activo su recurso legal en España gracias a la Fundación Raíces. Fue Azahara, su trabajadora social, quien lo llamó para decirle que podía volver. "Me lo dijo siete meses antes de que yo volviera. Le dije que quería quedarme allí, pero al final me aburrí. Yo soy alguien que, si estoy en un sitio, me gusta quedarme sin ir muy lejos".
Hoy, Seku vive en un piso compartido en Noviciado y trabaja en una pizzería en el centro de Madrid. "Estoy bien, algo parecido a la felicidad", dice. Aprendió español hablando con amigos, latinos y españoles, que lo ayudaron a integrarse. "Cuando llegué no hablaba nada. Pero ellos me hablaban siempre en español para que pudiera aprender, les agradezco muchísimo la ayuda".
Sobre el trato recibido en España, Seku es honesto: "Depende del día. A veces hay gente que te quiere hacer daño sin que tú les hayas hecho nada. Pero también he conocido muchísima gente con la que lo paso siempre bien".
Su historia es un ejemplo de cómo el acompañamiento institucional puede marcar la diferencia. La Fundación Raíces no solo le ofreció apoyo legal, sino también una red de confianza que le permitió volver y empezar de nuevo.
"Mi sueño era venir aquí a pasar mi vida", repite Seku. Y aunque no sabe si se quedará para siempre, tiene claro que quiere seguir construyendo su futuro en este país.
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