Olivia Colman: "La fama y el dinero pueden romper el amor y 'Los Rose' es prueba de ello"

Madrid

Olivia Colman y Benedict Cumberbatch parecen haber decidido surfear esta visible ola de nostalgia cinematográfica marcada por las secuelas, regresos y nuevas adaptaciones de clásicos que, ya en el momento de su estreno, cosecharon un gran éxito en las salas. Ambos actores son los protagonistas de Los Rose, una película dirigida por Jay Roach que rescata la trama de la reconocida novela La guerra de los Rose, de Warren Adler, que ya fue llevada a los cines en 1989 con un reparto encabezado por Michael Douglas y Kathleen Turner.

La historia original gira en torno a un matrimonio que se enfrenta a un proceso de divorcio bastante conflictivo que desencadena en una espiral desmedida de violencia que transforma su espectacular mansión en una batalla campal. Ahora, casi cuarenta años después, Colman y Cumberbatch, vuelven a dar vida a este matrimonio, con una versión menos venenosa y agresiva, física y verbalmente, adaptada a los nuevos tiempos.

Si comparas ambos títulos, Olivia Colman ríe tímidamente y se pregunta si deberían haber cambiado el apellido de esta nueva pareja. La actriz considera que Ivy y Theo, los protagonistas de este remake, poco tienen que ver con los que presentó Danny DeVito, aunque se declara fan, junto a Cumberbatch, de esta primera adaptación. "El filme original es insuperable e icónico", destacan.

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"La guerra de los Rose nos ha permitido tener un punto de referencia para todas las personas, incluidas nosotras, que piensan que esa película fue muy importante", señala Cumberbatch. Mientras, la actriz británica sigue agarrada a lo distinto, notable, en su mayoría, en la falta de atrevimiento, ira y picaresca. "No hemos querido cambiar nada del guion original. Hemos hecho algo nuevo con sus influencias. Nos hemos centrado en la idea de dos seres humanos cohabitando, buscando mantener a flote un matrimonio, tratando trabajar e intentando ser buenos padres", apunta.

En esta nueva entrega los Rose son un matrimonio inglés que vive en Estados Unidos. Ella es una chef frustrada que cuida de sus dos hijos y él un reconocido arquitecto. Sin embargo, sus vidas, y también sus roles parentales, cambian, por completo, cuando la madre todoterreno de esta familia decide abrir un restaurante, en primera línea de playa, que se convierte en todo un éxito gastronómico. Mientras ella vive una escalada de fama, dinero y satisfacción personal, Theo pierde su trabajo y no le queda otra opción que ocuparse de la crianza de sus hijos y adaptarse a un giro vital que les lleva a una misma dirección: el divorcio. "No solo buscamos remarcar el cambio de roles, trata la necesidad de que dos personas gestionen las expectativas y se pongan de acuerdo sobre cuál debe ser el equilibrio en una relación", subraya Colman.

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En cuanto a la trama la actriz no duda en afirmar que el capitalismo, la fama y el dinero pueden llegar a romper una relación amorosa. "Su divorcio no tiene solo que ver con que su mujer tenga éxito, pero, en parte, esto se refleja en la película. Este tipo de vida te enfrenta a encontrar valor en estímulos externos a la propia relación y esto puede corromperla".

Tras pedirse el divorcio, Ivy y Theo se pelean por ver quién se queda con su hogar: una mansión de lujo inteligente. Aquí es donde comienzan a suceder, con un ritmo acelerado, una serie de escenas en las que ambos se hacen la vida imposible. "La envidia se empodera de los dos. Una casa se convierte en una entidad física del capitalismo tras una separación. Ellos sienten que la han conseguido de manera individual: Theo por construirla y ella por pagarla y por todo el sacrificio profesional que le ha ausentado de la vida de sus hijos. Su lucha se convierte en algo muy emotivo y una especie de venganza", explica el actor.

"Los matices del humor son universales"

La película combina escenas cotidianas y se centra, de manera pausada y cronológica, en los porqués que les llevan hasta la separación. El humor británico, lleno de ironía y sarcasmo, envuelve sus vivencias. Cumberbatch explica que hay puntos cómicos que solo entenderán, en su mayoría los británicos, pero confía en la globalización del humor. "En la actualidad, los matices del humor son universales y bastante comprensibles con internet gracias al volumen de contenido cómico que se comparte a ambos lados del Atlántico", reflexiona. Esto se refleja en la interacción de todo el elenco en la película, aunque haya chistes, comprobados por el propio actor, que provocan carcajadas en Inglaterra y no en Estados Unidos.