Ausencias
Lo normal es estar presente, y si uno tiene críticas que formular, hacerlo con toda la contundencia que convenga, pero con respeto.

Madrid
Ponerse en modo ausente, en la vida pública, no es constructivo. Viene a ser un desprecio a los demás que sí están presentes. O un reconocimiento de que ahí no pintas nada porque estás fuera de juego. En grado discreto perjudica a la convivencia democrática. Si se exagera, roza el boicot, la negación del diálogo, porque si no estás, ¿puedes debatir? ¿cómo?
Lo normal es estar presente, y si uno tiene críticas que formular, hacerlo con toda la contundencia que convenga, pero con respeto. Este es el manual básico de urbanidad en la vida institucional.
No hay muchos precedentes de ausencias destacadas en la historia de la vida democrática española. Antes del plantón de hoy del presidente del PP y del presidente del Senado a la judicatura en su principal acto del año y a la jefatura del Estado, los más sonados fueron los de los presidentes indepes, como Quim Torra. Así que las pobres maneras del separatismo radical y de la derecha española más nacionalista convergen. Estar ausente es ausentarse, situarse fuera del sistema, ¿para gobernarlo algún día? ¿con qué currículo?
Otra ausencia en el acto solemne que abría el año judicial ha sido la autocrítica. A lo que se ve, la fiscalía no tiene nada que corregir. Y parece que la presidenta del Supremo y del Consejo General del poder judicial confunde criticar a algunos jueces abusivos o incorrectos, a los que no pone en orden, con desacreditar al poder judicial en su totalidad. Manca finezza, falta finura. Y sobra corporativismo.

Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...




