Sociedad

Carlos Barea: “La bailarina Tórtola Valencia tuvo que adoptar a la mujer a la que amaba para que pudiera heredar”

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Rebeldes | Episodio 91

Madrid

Durante el siglo pasado fueron varias las leyes que penalizaron mantener relaciones sexuales con personas del mismo sexo o, simplemente, mostrar una conducta o una apariencia impropias del sexo al que se pertenecía. Primero fue la Ley de Vagos y Maleantes, que, aunque con origen republicano, añadió un apartado en 1954 para perseguir la homosexualidad. En 1970 esta ley se derogó pero fue sustituida por la de peligrosidad y rehabilitación social, que, entre otras cosas, tuvo como consecuencia la creación de módulos especiales para presos homosexuales en las cárceles de Huelva y de Badajoz.

A pesar de estas leyes hubo mujeres y hombres que decidieron saltarse las normas y vivir su sexualidad de una forma más o menos libre. Hacemos hincapié en ese “más o menos” porque pocos fueron los que pudieron o se atrevieron a mostrarse libremente como eran, pero si fueron más quienes, ocultos en atávicos armarios, decidieron intentar llevar adelante su disidencia.

El mundo de la cultura ha sido históricamente rebelde, y tal vez por eso sea en ese mundo donde más ejemplos podemos encontrar de gays, lesbianas y bisexuales que decidieron abrirse paso y enfrentarse a la hegemonía cisheterosexual. Carlos Barea ha decidido recopilar las historias de algunos de ellos en “Rebeldes del deseo”, que acaba de ser editado por Plaza y Janés.

Eusebio Poncela

Maricón, pobre, artista y yonki. Y rebelde. Así se definió más de una vez Eusebio Poncela y reconoció que precisamente esos rasgos biográficos habían hecho que algún que otro trabajo se fuera al traste. Empezó muy pronto en el teatro, con 20 años, en la compañía de Maria Dolores Pradera, con “Mariana Pineda”. Sin embargo el gran éxito le llegó en los 80, primero con una de esas películas malditas en la historia del cine español, que ahora se ha convertido en un clásico: “Arrebato” de Iván Zulueta. Y el lanzamiento a la fama definitivo, fama que no le gustaba demasiado, le llegó con “Los gozos y las sombras”, serie de TVE, dirigida por Rafael Moreno Alba y basada en la novela de Gonzalo Torrente Ballester. Pero la película que lo convirtió en un icono LGTBI fue “La ley del deseo”, de Pedro Almodóvar, de 1986, en la que interpretaba a Pablo, un director de cine y teatro que se debate entre un amante que no le ama y un amante al que él no ama.