La España vaciada del talento
Aunque no lo parezca, en España hablamos menos de desigualdad territorial de lo que deberíamos

Imagen de archivo / ADRIAN RUIZ HIERRO (EFE)

Madrid
Aunque no lo parezca, en España hablamos menos de desigualdad territorial de lo que deberíamos. Ahora se recrudece el debate sobre la financiación autonómica, pero cabe pensar que no es el único factor que hay que tener en cuenta para explicar las diferencias de nivel de vida entre las regiones españolas.
Nuestro país llegó a la democracia en unas condiciones de enorme desigualdad territorial. El proceso de modernización económica, acelerado por la integración europea y acompañado por el despliegue del estado autonómico, permitió que disminuyera la brecha de renta entre comunidades. Pero aquel impulso se detuvo con la crisis financiera de 2008 y no solo no se ha recuperado la senda de convergencia, sino que ha aumentado la diferencia tanto entre regiones españolas como en relación con los niveles medios de renta europeos.
Según el Banco de España, las razones de esta paralización -el gran frenazo que explica muchos de los malestares de hoy- están en que, a diferencia de lo que sucedía antes de 2008, la productividad ha dejado de crecer con más intensidad en las regiones más pobres. Una productividad que no solo depende de la inversión en infraestructuras; también la explican otros factores como la innovación tecnológica, la mejora en la organización de las empresas o la formación del capital humano.
Una forma de ver gráficamente el gran impacto socioeconómico que esto tiene la proporciona el mapa de movilidad geográfica laboral que elabora el SEPE. La primera instantánea es ya elocuente: los empleos que tienen más movilidad son los más cualificados (directivos, técnicos y profesionales científicos e intelectuales) y los menos cualificados (fundamentalmente temporeros agrícolas). Si nos fijamos en el primer grupo, que engloba las actividades con salarios más altos y que más valor añadido crean, vemos que uno de cada cinco contratos que se firmaron en 2024 tenían como lugar de trabajo una comunidad distinta a la del domicilio del empleado.
El talento se mueve y lo hace cada vez más, con un crecimiento del 8 % anual. Por lo tanto, nos encontramos con que uno de los principales factores de mejora de la productividad de un territorio es algo cada vez más deslocalizable y que, como cabía temer, son las regiones menos desarrolladas las más expuestas a perder ese capital humano imprescindible para crecer más que la media. De hecho, solo cuatro comunidades autónomas son importadoras de talento, mientras doce lo pierden año a año en cantidades muy significativas.
Madrid es el gran captador del talento de forma abrumadora. Mientras el 86 % del territorio nacional perdió el año pasado más de 92.000 técnicos y profesionales cualificados, la comunidad madrileña absorbió el 80 % de ese talento emigrado. El fuerte crecimiento de la capital en los últimos años lo hacía esperar, aunque quizás no con tanta intensidad, lo que sugiere que hay otros aspectos que podrían estar favoreciéndolo, como la política fiscal o una cierta recentralización del poder económico y tecnológico poco acorde con el estado autonómico.
Solo otras tres comunidades autónomas son importadoras de talento. Pero su situación es muy distinta. El saldo migratorio del talento hacia Cataluña es ocho veces inferior al de Madrid. Aunque tiene una economía igualmente sofisticada -el año pasado se firmaron allí el mismo número de contratos de técnicos superiores con residencia en la comunidad que en Madrid-, el número de los que llegan de fuera no tiene comparación, ya que es la tercera parte que en la capital. País Vasco y Navarra muestran, por su parte, una gran capacidad de retención de talento.
Hablar de desigualdad territorial y no discutir seriamente sobre mecanismos de contención de esa enorme centrifugación de profesionales de alto nivel hacia Madrid será un debate incompleto y puede asfixiar las posibilidades de retomar el camino de la convergencia entre regiones ricas y pobres que se inició en las dos últimas décadas del siglo pasado.

José Carlos Arnal Losilla
Periodista y escritor. Autor de “Ciudad abierta, ciudad digital” (Ed. Catarata, 2021). Ha trabajado...




