Pérez Reverte cuenta por qué inventó el personaje del Capitán Alatriste: fue al ver un libro de texto de su hija

Todo empezó con una página y media. Arturo Pérez-Reverte hojeaba un libro de texto de su hija Carlota, de apenas 12 años, cuando se topó con una representación raquítica del Siglo de Oro español. "Me di cuenta de que el siglo XVII o XVI se liquidaba con nada, con unas pocas líneas", recuerda el escritor en el pódcast Un libro en una hora de la SER. "Una época en la cual España era lo más, lo que ahora ni siquiera es Estados Unidos, la potencia militar, política, cultural... y todo eso ha sido reducido a cuatro líneas de un plumazo, con tópicos como la Inquisición, lo de siempre", lamenta Pérez-Reverte.

Aquella escena, no solo le indignó, le empujó a la acción. "Qué lástima que una generación como la de mi hija, y las que vendrán después, no conozcan más que esto", pensó. Fue entonces cuando decidió escribir un libro para ella, para que pudiera asomarse a ese mundo olvidado. Así nació El Capitán Alatriste, una saga que rescata la épica, la crudeza y la grandeza de una España que pesaba en el mundo, pero que los libros escolares apenas mencionan.

Publicada en 1996, la primera entrega de la saga fue un éxito inmediato. Desde entonces, El Capitán Alatriste ha vendido más de cinco millones de ejemplares, ha sido traducida a más de veinte idiomas y ha dado lugar a adaptaciones cinematográficas, teatrales y gráficas. Pero su origen sigue siendo íntimo: "Quería devolverle ese mundo fascinante a mi hija", insiste el autor.

Pérez-Reverte ha defendido siempre que la saga no busca idealizar ni condenar, sino mostrar la complejidad de una época: "Fuimos gloriosos e infames, crueles y magnánimos, luminosos y oscuros". Y aunque el personaje nació como un regalo para una niña, se ha convertido en un espejo de la historia de España, con todas sus luces y sombras.

Ahora, tras catorce años de silencio literario en torno al personaje, Pérez-Reverte ha retomado la saga con una nueva entrega:Misión en París. La novela sitúa a Alatriste en el corazón de la Francia del siglo XVII, en plena intriga diplomática y militar, con personajes como Francisco de Quevedo, Sebastián Copons y los célebres mosqueteros de Dumas cruzando caminos con los protagonistas españoles.