Soledad Gallego-Díaz: "Ha sido la presión popular la que ha llevado a Von der Leyen a mostrar el rechazo de Europa a los crímenes de guerra"

Madrid

Resulta que sí, que las protestas en la calle, la presión de algunos gobiernos, especialmente del español, con Pedro Sánchez al frente, la aparición de manifiestos firmados por ex altos funcionarios de la propia Unión Europea o por personalidades académicas de medio mundo, sí están sirviendo para algo.

La prueba es el cambio de opinión de Úrsula von der Leyen. La propuesta de la presidenta de la Comisión de suspender el acuerdo comercial con Israel por el asedio a Gaza, presentada hoy en el Parlamento Europeo, no se debe a que disponga de nueva información que le haga cambiar de opinión.

Lo que ha obligado a cambiar ha sido la constatación de que tanto ella personalmente, como las instituciones de la Unión, estaban cada vez mas lejos de las opiniones públicas de los países miembros.

Seguramente ha ayudado también la repentina decisión del canciller alemán Friedrich Metz, de bloquear el envío de determinadas armas a Israel, una decisión que, por lo que parece, tomó sin consultar a nadie de su gobierno o de su partido, incapaz de soportar la idea de pasar a la historia como el poético que mantuvo la boca cerrada mientras se exterminaba a toda una población.

Pero ha sido sobre todo la presión popular la que ha llevado a Von der Leyen a convencerse de que debía mostrar de alguna manera el rechazo de Europa a los crímenes de guerra que está cometiendo el gobierno de Netanyahu, si no quería poner en peligro el ya muy deteriorado equilibrio de fuerzas europeo.

Así que ya sabemos todos que sigue dando resultado lo de toda la vida: presionar, presionar y presionar de todas las maneras pacíficas que se pueda para lograr evitar el exterminio total de los habitantes de Gaza.