No hay coalición sin pagafantas

Uno puede buscarle las vueltas a la suma de dos más dos, o conjeturar que algún día al sol tal vez le dé por salir por el oeste. Pero hay una ley política que se cumple con más exactitud que la ley de la gravedad: aquella que nos dice que, en toda coalición de dos partidos, el más pequeño ejercerá de pagafantas.

Vox se lo olió hace poco más de un año y rompió en todas las autonomías con el PP. Los liberales ingleses no lo vieron venir y un día se desayunaron con el titular “de la coalición a la catástrofe”. Y ahora mismo hay alguien contando los platos rotos del Gobierno para facturárselos a Yolanda Díaz antes de las elecciones.

Sumar ya sufría en las encuestas la abrasión de gobernar y también le ha ido royendo un Podemos en trance de conjura vengativa. Ahora, con el no a la reducción de la jornada laboral, Díaz ha demostrado que solo quien se arriesga a grandes fracasos consigue grandes fracasos. El Gobierno le ha dejado con todo gusto que se coma sola el “no” de Junts, pero la vicepresidenta tiene un triunfo en la mano todavía: si Sumar se adelgaza, se esfumará en su día el bloque de las izquierdas.