Pérez Reverte, sobre Alatriste: "Yo quería tocar la dolorosa lucidez de sentirse español: el orgullo por lo grande que se hizo, el horror por lo oscuro que se hizo"

Arturo Pérez-Reverte descubrió el poder de la literatura siendo apenas un niño. En Un libro en una hora de la SER, el escritor rememoró cómo la lectura de Los tres mosqueteros, de Alexandre Dumas, le abrió las puertas a un universo de lealtades, intrigas, personajes complejos y emociones intensas entre los ocho y los diez años. "Me quedo fascinado, descubro un mundo de lealtades, de intrigas, la mujer peligrosa, el malvado, el enemigo, el cardenal… Todo eso está en mi vida y me marcó como lector y como escritor", confesó.

Ese impacto temprano se tradujo años después en El húsar, una de sus primeras novelas, concebida como homenaje a Dumas y a la literatura de aventuras. Pero cuando llegó el momento de escribir El capitán Alatriste, Pérez-Reverte quiso ir más allá. "A diferencia de Dumas, que hacía una novela de aventuras, yo quería hacer algo diferente, algo más complejo", explicó.

Lo que buscaba era capturar una emoción profunda y contradictoria: "la dolorosa lucidez de sentirse español". En sus palabras, esa sensación es una oscilación entre "el orgullo por lo grande que se hizo y el horror por lo oscuro que se hizo". Una mezcla de luces y sombras que atraviesa la historia de España, desde su esplendor imperial hasta sus episodios más miserables y crueles.

Con Alatriste, Pérez-Reverte no solo rindió tributo a los clásicos, sino que construyó una obra que reflexiona sobre la identidad nacional, el desencanto y la memoria. Una novela que, como él mismo dice, "tenía que asomar por ahí, por ese territorio ambiguo donde conviven la épica y la tragedia", concluye.