Belén Aguilera: "La industria musical solo espera frutos y no respeta los procesos creativos de un artista"

Madrid

Dice Belén Aguilera, "abrumada y sobrestimulada" a causa de la salida de Anela, su cuarto álbum, lanzamiento que coincide con el día de su treinta cumpleaños, que no aguantaba ni un solo día más para que las trece canciones que conforman su nuevo trabajo musical, un track más en la versión física, vieran la luz. La catalana relata que este disco, en el que lleva trabajando más de dos años y en el que ha podido encontrar nuevos sonidos escuchándose a sí misma, se entiende como una obra completa que, ahora, lejos de los singles y lo comercial, ya ha tomado una forma y cohesión propia.

Anela es el acrónimo de "aunque no exista la Arcadia", entendiéndose como un lugar idílico que podemos llegar a imaginar en algún punto de la vida. Este álbum llega dos veranos después de la publicación de Metanoia, su anterior EP, tras un descanso del ruido de la industria musical y una dieta détox de presencia en redes sociales, subraya Aguilera como necesaria y no respetada, para poder preparar todo lo que estaba por venir. "Siento que vivimos una etapa en la que estamos tan acostumbrados a solo tener frutos, y sucede al igual en la industria musical, que nos lleva a no valorar el proceso creativo. Parece que hay que hacerlo todo ya y sacar cada tema en el momento porque, si no, puedes dejar de estar en el foco y la gente te olvida, a no ser que seas un gran nombre o des mucho beneficio. Me daba mucho miedo esto, pero me apetecía tomarme un tiempo para cultivar un proyecto que tuviese sentido. Tenía la cabeza frita y no quería compararme con otros artistas y ver la rapidez de sus trabajos ya que siento que, de esta manera, se pierde la escucha interna y te alejas de tus propios deseos", reflexiona la cantante.

En todo este tiempo, la artista ha viajado a México, Estados Unidos y Miami para componer un disco que suena a nueva faceta musical y que, en palabras de la catalana, se distancia de lo comercial por medio de una artista que no sostiene grandes cifras. Destaca como la identidad visual y los sonidos líricos, clásicos, místicos e, incluso, fantasiosos que rodean Anela le han llevado a la creación de una nueva identidad de sonido. "Este disco me ha aportado no hacer una música pensando en un género concreto, sino que he creado un batiburrillo de referencias personales que desembocan en algo completamente nuevo". Detalla que ha redescubierto sus propios sonidos y que ha encontrado, por fin, lo que venía buscando a lo largo de su carrera.

El álbum comenzó a adelantarse el pasado mes de mayo con Laberinto como primer single, una canción que transita todos los caminos vitales de los que no se logra escapar. Al escuchar esta canción, Belén Aguilera tararea y esboza una sonrisa de orgullo. Defiende que este tema era "la clara descriptora del universo Anela" y que fue esto lo que le llevó a elegirla como carta de presentación. "Es una metáfora del mundo de la música y de lo difícil que es, en ocasiones, encontrar una salida en determinadas situaciones dentro de él. Comienza a desengranar todo lo que viene después a nivel narrativo y visual y la idea era que introdujera al público en el mundo onírico y teatral que he intentado crear", relata.

La filosofía del disco ha permitido a la cantante abordar numerosas cuestiones que, considera, se encuentran a pie de calle, como la búsqueda de identidad, la felicidad o la muerte. Además, confiesa que ve bastante reflejada su personalidad en las letras. "Soy una persona muy mental que se cuestiona constantemente. Me cuesta mucho dejarme llevar y, en general, estoy siempre racionalizando todo en vez de sentirlo. Es por esto que necesito la música para entenderme y para poder soltar todo lo que pienso sin estar inmersa en bucles emocionales", comenta.

La gestión de las apariencias o "las envolturas de regalitos" a las que hace referencia la catalana, es otro de los temas que vertebran el disco. Ático, es otra de las canciones y Belén Aguilera tiene claro que "puede llegar a hablar de todas las personas que la escuchen". Piensa que viajar a lugares comunes es un punto para apelar emocionalmente con la audiencia. Ático hace referencia a la cabeza como ese espacio en el que se esconde nuestro lado oscuro y todas aquellas vulnerabilidades y preocupaciones que no dejamos salir.

Belén Aguilera tampoco duda en etiquetar a Anela como su trabajo más personal. El álbum, desvela, está lleno de diálogos internos como, por ejemplo, sucede en otra de sus canciones, Soledad. La cantante publicó este tema el día del aniversario de fallecimiento de su abuela y, para ella, es una de las piezas fundamentales de su nuevo trabajo. Canta a su abuela Soledad, pero, también, a la ambigüedad del término. "Cuando estoy mal pienso mucho en mi abuela y más cuando hago cosas que son bastante cuestionables. Pienso que diría si me viese. Siento un gran amor incondicional por ella y me parece muy tierno y bonito dirigirme a una persona que ya no existe, pero que, imagino, sigue juzgando cada uno de mis actos", narra.

Escuchar esta canción la lleva directamente a la playa de donde se crio con su abuela. "Soledad me da un abrazo. Me acuerdo que siempre bailábamos el Vals de las Flores entre roca y roca. Era nuestro sitio", apunta. El álbum también cuenta con una gran apuesta visual y conceptual. Cada canción cuenta con un videoclip que, en conjunto, forman una película que sucede en un teatro vacío en el que se unen las luces, las sombras y referencias a clásicos como, por ejemplo, El fantasma de la ópera. Entre risas, apunta, que le encantaría continuar con esta faceta de Belén Aguilera como directora artística. Belén Aguilera ya se prepara para sus dos próximos conciertos. Actuará por primera vez con un show propio el próximo 12 de octubre en el Movistar Arena y el 8 de noviembre en el Palau Sant Jordi. "Llevamos un año trabajando y se está empezando a materializar lo que vamos a hacer en estos recintos. Animo a la gente a que venga para ver como se escenifica todo", concluye.