Sospechosos habituales
La reacción de la derecha ante estas protestas parece fuera de control
Madrid
Hace poco tuvo lugar una concentración en defensa de la vieja Europa. Unos pocos miles de ciudadanos se juntaron en la madrileña plaza de Callao para escuchar el Himno de la Alegría de Miguel Ríos. La mayoría de los que estaban allí eran personas maduras. Los sospechosos habituales.
En un carril bus lateral, al mismo tiempo que se celebraba la concentración, se corría un maratón lleno de jóvenes. Uno de los europeístas se preguntó melancólico, bajo un sol inclemente, echándolos de menos: “¿Dónde irán?”
La fisonomía de los manifestantes ha cambiado radicalmente en las protestas del domingo contra el genocidio de Gaza. Ahí participó mucha tercera edad pero también muchos jóvenes. ¿Habrán encontrado éstos una causa lo suficientemente potente para salir de la anomia?
La reacción de la derecha ante estas protestas parece fuera de control. Les ha entrado terror a que la denuncia del genocidio se transforme en un arrollador “¡No a la guerra!”, como el de 2003, que cambió incluso el panorama electoral.
Algunos estudios indican que en tan solo tres meses se concentraron entonces más de 36 millones de personas en las calles de todo el mundo contra la guerra de Irak. El New York Times escribió que en el planeta existían dos superpotencias: EEUU y la opinión pública.
El mundo se ha transformado pero el régimen israelí podría haber encontrado la horma de su zapato.
Joaquín Estefanía
Es periodista, exdirector del periódico 'EL PAÍS' donde sigue firmando columnas. También colabora en...
