El secreto detrás del 'Jardín de las delicias' de El Bosco y por qué parece que nos mira constantemente
La explicación tiene una base neurológica

El secreto detrás del 'Jardín de las delicias' del Bosco y por qué parece que nos mira constantemente
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El arte está repleto de simbolismos y lenguajes que han sido interpretados a lo largo de la historia. A la hora de descifrar una obra de arte, el mensaje, a veces muy visible, otras veces oculto, es fundamental para comprender la pintura. No hay cuadro que no cuente con códigos secretos a través de los cuales podamos reconocer elementos de astrología, alquimia, sociedad secretas o incluso la propia personalidad del artista.
En el último programa de SER Historia, Jesús Callejo ha dedicado su sección del Cronovisor, con la participación especial del periodista y escritor Javier Sierra, al neerlandés Jheronimus van Aken, comúnmente conocido como El Bosco, y, particularmente, a uno de sus cuadros más emblemáticos, El jardín de las delicias. El autor de El plan maestro ha desvelado uno de los secretos que esconde este cuadro que se encuentra en la sala 56a del Museo del Prado de Madrid.
Como visitante asiduo de la pinoteca, los vigilantes de seguridad le han contado en sottovoce que, cuando acuden a la sala en la que reside esta obra de El Bosco y aún no han abierto las puertas y el espacio está totalmente despejado de turistas, tienen la sensación de que el cuadro les observa. Sierra explica que lejos de ser una alucinación de los trabajadores del Prado, esa sensación tiene una explicación científica.
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Las visiones simbólicas de El Bosco
"Lo que parece alucine, resulta que tiene una base neurológica muy particular. Efectivamente, El Bosco encriptó en la tabla central de El jardín de las delicias, en el lago que sobrevuela a los 400 personajes humanos desnudos, tiene una forma alargada, en el centro hay una fuente de color azul cobalto que, mirada desde una perspectiva concreta, casi con los ojos entrecerrados, se trasforma en un gran globo ocular", explicaba. Bajo esta percepción, la fuente sería la pupila y el perfil del lago sería el fondo del ojo, dando la sensación de ser un gran ojo. "El ojo de Dios que está observando su creación", señalaba Jesús Callejo.
Pero no es el único cuadro de El Bosco que parece observar a su espectador. En esa misma sala 56a, a la izquierda, se encuentra la única pintura expuesta en horizontal en el Museo del Prado. No está colgada en la pared, sino que está colocada sobre unas patas. Es La mesa de los pecados capitales del Bosco. La pinta casi a la vez que El jardín de las delicias y, según explica Sierra, los expertos afirman que muestra, en una imagen redonda, una representación de los siete vicios o pecados capitales con Jesús en el centro. "En realidad, es una gigantesca pupila humana. Si lo miras desde arriba, en una postura cenital, es un ojo", aclaraba Sierra.




