Nos harán obsoletos

Madrid

Se estropeó la nevera y algo tan mundano me hizo sentir terriblemente alienada, como si viviera en un sistema en el que no tengo ningún poder y fueran otros los que decidieran por mí cómo tengo que vivir. ¿Exagero? Nos harán obsoletos.

Se estropeó la nevera y algo tan mundano me hizo sentir terriblemente alienada, como si viviera en un sistema en el que no tengo ningún poder y fueran otros los que decidieran por mí cómo tengo que vivir. ¿Exagero? Puede ser o dramatizo, a lo mejor, algo a lo que tendemos los escritores, pero es que la nevera estaba impecable. Tenía sus añitos, sí, pero no tanto como para que se parara de golpe. Y no se podía arreglar. Lo intenté, sigo así de crédula, intenté que un técnico de los que ahora escasean en todas partes salvara mi querido frigorífico, pero después de auscultar el aparato me comunicó el diagnóstico terminal.

Valía más la pieza necesaria para repararlo que un aparato nuevo. Y todo mi sistema de valores basado en la sostenibilidad y el consumo responsable se vino abajo. Crecí en una casa en la que me enseñaron a cuidar las cosas porque todo es caro y cada céntimo es trabajo y esfuerzo y sudor de la frente, si no de la tuya, de otra persona. Y la riqueza no es infinita. Soy nieta de abuelas que besaban el pan cuando se caía al suelo y remojaban el seco para alimentar las gallinas, así que tirar sin más un electrodoméstico me supuso una verdadera crisis vital.

Si existe la obsolescencia programada, si está todo diseñado para que dure un tiempo limitado, ¿cómo saber que a los seres humanos no nos van a hacer lo mismo? Cuando seamos mayores y ya no puedan repararnos, ¿nos llevarán al desguace como a mi nevera? Imaginación distópica, la mía, lo sé, pero es que hace unos días un presentador de la Fox dijo que habría que matar a las personas sin hogar.