El cine argentino inaugura San Sebastián con una comedia negra sobre la libertad en la vejez

San Sebastián

La familia como institución, como lugar de refugio, como elemento integrador de la sociedad es algo que, mal que les pese a muchos, se está poniendo en jaque. El cine muestra aquellos dislates familiares que rompen lo establecido. Así se ha inaugurado la edición número 73 del Festival de San Sebastián, con una película argentina que se pregunta aquello de si no será un mito que los hijos deben querer a los padres y los padres a los hijos. El actor y director Daniel Hendler ha presentado en Kursaal una película que parte de un caso real que conmocionó a Argentina para reflexionar sobre los lazos familiares y sobre la vejez.

Lo hace en 27 noches, un filme que produce y estrenará Netflix, y que va de la comedia familiar, al thriller de misterio y hasta al drama social. A través de un perito de la fiscalía, papel que interpreta el propio Hendler, un tipo tímido, con poca vida más allá de la minuciosidad de su trabajo, y con poco carácter pero con determinación, recorremos un caso que ocurrió en Argentina en 2005. Una tarde de junio, seis enfermeros sacaron a la fuerza a una millonaria argentina de su casa y la internaron en un hospital psiquiátrico. Las hijas andaban preocupadas porque su madre, de 88 años, estaba despilfarrando la fortuna familiar, regalando sus cuadros, un Dalí concretamente, y había empezado un romance con un tipo que se aprovechaba de ella. Todo según las hijas que convencieron a un prestigioso neurólogo, Facundo Manes, que después sería diputado en el parlamento argentino. "Me interesó mucho el caso real que hay detrás de esta historia y supongo que también la mezcla de mundos entre los personajes, entre también el mundo de los artistas y el mundo de los locos. Ese collage de mundos creo que es lo que más me interesa. Cuando aparecen contrastes y uno puede establecer esas líneas de conexión, ahí creo que hay aguas para meterse", dice el director de este proyecto.

La película arranca ahí, en ese preciso momento en que la mujer es llevada al psiquiátrico e internada, sin que nadie le haga ni caso, pero cambia los nombres y las situaciones más íntimas de esa familia. No cambia tampoco el diagnóstico, demencia frontotemporal. "Me interesa inmiscuirme en los bordes y fronteras. En este caso también está el límite entre lo que sería la vida y el fin de la vida y al mismo tiempo el límite de lo familiar. El personaje de Marta creo que que opta por crear su propia familia o por romper esos límites establecidos de lo que es el círculo íntimo y la familia dada. Y esa es una búsqueda que no va a abandonar hasta el final. Es una rockera por naturaleza. Está siempre buscando encontrar su propio círculo hasta el final", añade.

Con un pie en la ficción y otro en la realidad, el filme adapta en realidad una novela que publicó la escritora Natalia Zito y que reconstruye cómo se gestó ese ingreso y también como la mujer consiguió recurrirlo y poner en cuestión el diagnóstico médico y la decisión de sus hijas. La mezcla de tonos deja algo frío al espectador de esta película que sí tiene la valía de aportar reflexiones interesantes y tirar de retranca argentina para jugar con el humor y las situaciones entre los personajes. "Para mí lo más difícil sería cómo conseguir no tratar las cosas con humor. Ese sería un desafío que quizá en algún momento me proponga, pero yo creo que el humor no viene dado y simplemente hay que permitir que emerja, que esté, conectar con eso, no es que uno empuja o imprime humor a algo que no tiene. Todo tiene humor. Y no me refiero a algo que necesariamente cause gracia, sino a esas formas de correrse y mirar las cosas desde un costado, encontrar lo que está fuera de lugar, encontrar lo raro o lo extraño dentro de lo familiar. Eso es quizás un poco freudiano esto de de de encontrar lo espeluznante o lo raro en lo familiar y a la vez este encontrar lo familiar en lo extraño. Creo que ahí es inevitable que que aparezca el humor", opina.

De fondo la película plantea si existe la imparcialidad, algo que se preguntan todo el rato esos funcionarios de la Justicia argentina. Un tema que sigue resonando también en España. Por otro, quién impone el relato y quién se aprovecha de quién ¿Son esos amigos jóvenes que quieren el dinero de la vieja para proyectos culturales o son las hijas que quieren la herencia intacta aunque eso suponga que su madre no disfrute? "Yo creo que la película también plantea que la imparcialidad no es posible, pero todo consiste en la búsqueda de esa imparcialidad para el personaje del perito, sabiendo que finalmente él es arrastrado también por emociones y convicciones que no se pueden llamar imparciales".

La película muestra con dignidad la vejez, a una mujer inteligente que quiere disfrutar de lo que le queda de vida y aprovecha ese privilegio de clase con una fortuna para gastar. A veces recuerda a 'Los renglones torcidos de Dios', donde era un marido quien ingresaba a la mujer en el psiquiátrico. Bonita mirada a quiénes somos cuando nos hacemos mayores, si podemos conservar la identidad y si tenemos libertad o tenemos que regirnos por el estilo de vida que se ha asignado a cada edad con una estupenda actriz, Marilu Marini. "En algún momento nosotros también nos decíamos bueno, ella tiene no solo derecho a disfrutar su vida, sino a disfrutarla de la manera que a ella le parezca. Y también tiene derecho incluso a ser estafada. Cuando uno llega a un punto pues incluso prefiere correr ese riesgo y no responder a la idea de seguridad de lo que está garantizado. Acompañamos al personaje en esa sensación de correr el riesgo hasta último momento", apunta.

Sin duda, esta protagonista rompe los esquemas. Como también lo hacen otros protagonistas que iremos viendo en esta sección oficial que acaba de empezar. Ahí está Maspalomas o Los Domingos. Por cierto, no es el único caso entre familias millonarias. Ahí tenemos a la familia L’Oreal. Historia que también tiene adaptación al cine con Isabelle Huppert en La mujer más rica del mundo. En este caso, la película también utiliza nombres ficticios para contar un 'affaire' que todo el mundo conoce en Francia: la guerra desatada entre la recién viuda Bettencourt y su hija, quien era muy contraria a la relación que su madre había desarrollado con un fotógrafo, a quien hacía millonarios regalos. Por eso, la hija pidió que se revisara la salud mental de la madre.

De hecho, es interesante la cuestión de género que plantea el caso y la película ¿Qué habría pasado si en lugar de una mujer de 88 años enamorada de otro más joven, fuera un señor enamorado de una chica? Lo que hemos visto en la realidad, malas caras de los hijos, pero nadie habría quitado el control de su dinero y de su vida a un hombre. Cuando es la mujer sale todo el sistema a poner orden. Las hijas, el sistema médico, a través de ese neurólogo y de las residencias psiquiátricas que tratan con condescendencia a los pacientes, y la justicia, a la que le costó indagar en el caso. La sociedad asume rápido que una mujer no está en sus cabales. Tarda más en el caso de un hombre. Lo bueno de '27 noches' es que pone al espectador en todos los roles. Hace que pensemos qué nos pasaría si nos internaran de mayores contra nuestra voluntad, o qué pasaría si nuestra madre se comporta de esa manera, o qué pasa si eres el detective del caso, ¿dónde está la verdad?