Yolanda Castaño: "La poesía es el lenguaje alternativo al poder, también al de los medios de comunicación"
La Premio Nacional de Poesía 2023 acaba de publicar su primer ensayo, 'Economía y poesía: rimas internas', una reflexión sobre la precariedad del sector cultural y de la poesía en particular

Yolanda Castaño: "La poesía es el lenguaje alternativo al poder, también de los medios de comunicación"
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Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977) a los ocho años, con su cara pálida, virgen aún al maquillaje y a la contestación, decía: "de mayor seré poeta". No quiero o querré, sino que seré poeta. Tuvo la suerte de tener apoyo familiar, de que no se tomaran a broma esa vocación tan temprana. Premio Nacional de Poesía 2023 por Materia, la escritora acaba de publicar su primer ensayo con Páginas de Espuma, Economía y poesía: rimas internas, un libro en el que aborda poesía y economía como realidades que parecen irreconciliables y con el que nos hemos sentido muy identificados, como periodistas en general y trabajando en el sector cultural en particular.

Cubierta de 'Economía y poesía: rimas internas', de Yolanda Castaño / Páginas de Espuma

Cubierta de 'Economía y poesía: rimas internas', de Yolanda Castaño / Páginas de Espuma
Según la Real Academia, poesía es la manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra en verso o en prosa. Yolanda escribe: "La poesía es una forma de pensamiento lingüístico, de algún modo afín a la filosofía, pero que desactiva un poco los procesos lógicos en favor de otros más intuitivos e irracionales. Se interna en el conocimiento por caminos alternativos a los de la razón, que hasta pueden resultar aún más reveladores".
¿Para qué sirve la poesía? ¿Qué utilidad tiene la poesía? ¿Cómo trabaja nuestra educación sentimental?
¿Cómo nos enfrentamos a un duelo, a la pérdida de un ser querido, un exilio o a cualquier otro tipo de conflicto? Supongo que, en muchas ocasiones, poniéndonos en los zapatos emocionales de otro, de otra persona que los ha vivido antes que nosotros y que nos ayudan a darle forma cuando eso nos llegue. Eso lo hacemos educándonos, de algún modo, a través de las películas que vemos, de las letras de canciones que nos permiten poner palabras a sentimientos que nos sobrevienen más tarde y a los que aprendemos a dar forma. Como digo, la poesía también contribuye a eso. Nos coloca delante de esos conflictos morales o emocionales, tira de nuestra inteligencia para ver cómo respondemos y, mediante nuevas fórmulas de dicción, nos propone también nuevas formas de interpretar el mundo y la vida. Porque, si siempre estamos repitiendo como un loro los mismos mantras y los mismos lemas, estamos asumiendo como supuestas verdades absolutas sin arremeter contra ellas ni cuestionarlas. La poesía cuestiona siempre el lenguaje dominante y propone nuevas formas de dicción que pueden dar cabida a nuevas formas de entender la vida. Una forma, espero, más hospitalaria para con todas y todos. Así que en tiempos tan convulsos, tan difíciles de manejar y tan confusos como los que estamos viviendo, además de otros lenguajes que pueden ser reveladores por este momento como el lenguaje tecnológico, el económico, también el filosófico o el científico, creo que el lenguaje poético también puede ser una herramienta útil para analizar.
¿La poesía renombra el mundo y con eso también lo transforma, lo resignifica? ¿Cómo nos ayuda la poesía en este sentido, qué agente de cambio supone?
Seguramente no inventa palabras nuevas, ya que utiliza las que están en el diccionario previamente, pero sí propone nuevas relaciones entre esas palabras. Revela las relaciones de poder que muchas veces sustentan esas sintaxis ya establecidas y las pone en tela de juicio, para proponer nuevas nuevas formas de dicción, nuevas maneras de entender.
Se lee poca poesía, ¿por qué somos cada vez menos empáticos?
La poesía es cierto que requiere un pequeñito esfuerzo. No te lo pone todo fácil. Así como las novelas nos trasladan a otras épocas u otros lugares, yo digo que la poesía nos coloca en la piel emocional de otra persona y, a veces, lo hace de una forma compleja y conflictiva. Y ese pequeño esfuerzo no todo el mundo está dispuesto a hacerlo. Pero creo que la lectura debe ser tan polimorfa, abierta y diversa como para requerir de nosotros diferentes posiciones. A veces llegamos tarde, llegamos tarde a casa después de un duro día de trabajo y queremos una historieta que no nos ponga mucha complejidad. Pero hay otros momentos que, por qué no, necesitamos un texto que tire de nuestra inteligencia y nos haga pensar.
¿Y para eso es necesaria una poesía que perturbe, que incomode, que haga tambalear nuestras certezas, que no se limite a espejar constantemente el mundo y lo que nos vomita encima?
De eso se trata. Para mí, la poesía es el lenguaje alternativo al discurso del poder, el lenguaje alternativo, si me lo permites, también al de los medios de comunicación, a veces tan gastado y que permite, como decías, resignificar las palabras. Busco una poesía que incomode muchas veces, que cuestione, una poesía que conforte a los desconcertados, pero también que desconforme a los confortados.
"La generalizada y creciente precarización del sector cultural y artístico nos expone a una literatura más ligera, continuista, amable o superficial. Productos que no nos perturben, con una ideología fácil de identificar y, a poder ser, que refrende lo que ya pensábamos y nos conforte con la miel de la pertenencia a un grupo". ¿Abunda más en estos tiempos de polarización una literatura que se pliega, podríamos decir cobarde? ¿Necesitamos llegar a casa y, como decías, leer cosas más livianas?
Bueno, no siempre tiene que ser así, pero sí existe ese riesgo que ponía sobre la mesa. Antiguamente, la cultura escrita sólo estaba en manos de las élites, que eran las únicas con la formación requerida. Es cierto que el progreso educativo democratizó, de algún modo, el acceso a esa cultura escrita, esa formación que equilibró un poquito más las clases sociales. Pero algo del viejo tiempo pervive, en el sentido en que hoy en día es tan difícil la remuneración de trabajos creativos y culturales y, señaladamente, el de la poesía. No podemos dejar la poesía exclusivamente en manos de quien se puede permitir no ser remunerado por ello, porque tiene las espaldas cubiertas, por clase, por familia o por un buen salario. Estaremos dejando fuera voces quizá más subversivas, incómodas, precarizadas. Voces que, al fin y al cabo ,van a ser muy interesantes o serían muy interesantes al propio horizonte de la literatura.

Yolanda Castaño en la terraza de la Cadena SER / Adrián Gualdoni

Yolanda Castaño en la terraza de la Cadena SER / Adrián Gualdoni
Yolanda Castaño vive de la poesía. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de vivir de la poesía? "Vivir del poema no es vivir del cuento", se titula uno de los capítulos. ¿Qué es vivir de la poesía?
Muy buena pregunta, porque deberíamos de empezar por el principio, por decir qué es vivir de la poesía. Una cosa es publicar un libro, publicar dos libros mientras haces tu vida y otras cosas, incluso llegar a publicar tres libros. Otra cosa muy diferente es sustentar en el tiempo una carrera literaria y, sobre todo, cuando la pones en el centro de tu vida. Y eso implica tantas renuncias. Hoy en día, no sólo quien vive la poesía, también quien vive de la música, de las artes plásticas o del diseño, ve cómo el sistema tan voraz pide de nosotros que seamos nuestras propias agentes de prensa, nuestras propias contables, nuestras propias road managers, agentes, un montón de cosas que hace multiplicar las horas. Ser jurado de premios literarios, recitar poemas, traducirlos, traducirlos a otros lenguajes como el videográfico, etcétera. Hay que multiplicar el tiempo. Acabamos siendo, en buena parte, autónomas. Creo que esto también puede aludir a muchos trabajadores y trabajadoras autónomas de la cultura, se desdibujan las fronteras entre profesión y vida. Más que un trabajo, es un estilo de vida.
Eres poeta, filóloga, traductora, gestora cultural. "Tú no vives de la poesía, tú vives de los recitales poéticos", leemos en tu libro. Vivir hoy de la poesía, en el Estado español, abarca ser, como decías, multitarea. ¿Cuándo desconecta una, cómo se autorregula las horas que cada una imprime al trabajo de ser poeta, si la politización de la realidad, de las emociones y de las ideas no descansa ni en el fin de semana?
Ahí está el problema. Efectivamente, hoy en día, por lo menos en el Estado español y a diferencia de otros estados, no hay ayudas a la creación que permitan que alguien se aparte de esas obligaciones diarias, de las necesidades materiales de pagar todas esas facturas. Se resuelven con lecturas públicas, un recital poético, una charla, una conjunción de música y poesía en directo, de música y performance, de poesía y performance, etcétera. Así que vivimos de todos estos actos, estos eventos que no dejan de ser hechos literarios, pero que es lo único que se va pagando, poco a poco, en este país. Así que como no hay fines de semana, no hay horarios que valgan y tenemos este eslogan contemporáneo, este lema contemporáneo de ser nuestras propias jefas, ¿dónde se ponen los límites? ¿En qué momento se deja algo de espacio al vivificador ocio, por ejemplo, a conciliar vida profesional, artística, creativa y en muchos casos familiar? Es verdaderamente heroico.
"Es justo en las sociedades más avanzadas donde vive más protegido el estatuto de los poetas. Casi podría antojársenos la protección de sus derechos como un índice de civilización", escribes. "Quisiera vivir en un país que cuidase las voces que poetizan". Sin embargo, ¿cuáles son las medidas reales y efectivas a favor de esa meta y qué son simplemente palabras hermosas?
Claro, a lo que me refiero es a países como Alemania o los países nórdicos. Son países con productos interior bruto muy superiores al nuestro, pero también en países como los Balcanes o incluso en México, que podría ser un fantástico modelo para nosotros, donde están más protegidos. No puede ser que, por autodeterminación, cualquiera pueda dedicarse a un oficio creativo así, por arte de birlibirloque, del día a la noche. Cuando hay unas credenciales, cuando hay una apuesta, una vocación fuerte, un compromiso muy regio con tu oficio y unas décadas de trayectoria, ¿por qué no se va a poder proteger a un limitado número de personas? Para mí sí es un índice de civilización de un país. Es curioso que puedan vivir más de la poesía las noruegas, las danesas o los mexicanos y no ciertos otros países. Así que convendría un poquito más de apoyo.
En el libro recoges la cantidad de llamadas que has recibido de importantes instituciones gallegas y españolas, desde fundaciones hasta administraciones públicas. No sé si están muy incivilizados los gestores culturales, que nos invitan a un recital, a una presentación, a formar parte de un jurado sin pagarlo, porque es una gran oportunidad, da visibilidad. ¿Cómo es posible que los gestores culturales no se den cuenta de que las cosas no se pagan con amor?
Esa dignidad siempre postergada, siempre para más adelante. Ahora estás dándote a conocer. Pero claro, no podemos darnos descansar en esa fase de darnos a conocer durante décadas y décadas. Hay que dispensar un trato digno a los trabajadores, a las trabajadoras, por lo menos cuando ya llevan un número de años. Porque sí, hay fundaciones, asociaciones, que se descargan mucho con ese pago en moneda simbólica, que es el problema. Se nos paga con una moneda que se llama prestigio, que se llama visibilidad, que se llama reconocimiento, incluso cariño. Pero, al mismo tiempo, el problema viene cuando se nos obliga a vivir en el mismo sistema económico que el resto de personas, donde esa moneda simbólica no cotiza. Así que podemos escribir cuanto queramos por amor al arte, pero en algún momento nos entrará el hambre, digo yo. Y. cuando bajemos al supermercado. seguro que nuestra visibilidad y prestigio no conseguirán nada a cambio. Y ese es el problema, que se escribe desde un cuerpo, desde un cuerpo con unas necesidades materiales que debemos sostener.

Yolanda Castaño en La Hora Extra / Adrián Gualdoni

Yolanda Castaño en La Hora Extra / Adrián Gualdoni
Con Yolanda Castaño hemos conversado también sobre el sistema literario gallego, "pequeño y plagado de relaciones humanas". La lengua minorizada o el daño que ha hecho la digitalización a la poesía. Toda la conversación dándole al play o en tu plataforma de audio favorita.





