Luis García Montero habla alto y claro sobre las adicciones y destaca la más peligrosa del mundo: "Llena mítines, las redes y estadios de fútbol"
La democracia y la convivencia en España saldrían ganando en las calles si los drogadictos del odio quisieran entrar en un periodo de desintoxicación

Luis García Montero: "Elegir el camino de vuelta a la serenidad"
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Madrid
Ya no bebo lo que dicen que bebía. No es una confesión personal. Aunque también es verdad que ya no bebo como bebía antes, recuerdo ahora un conocido verso del poeta Manuel Machado. Lo escribió cuando se alejaba de los excesos nocturnos. Conviene recordar que es posible cambiar de vida. Se recupera la serenidad poco a poco, paso a paso, igual que antes uno se sumergió en las adicciones. Un día nos tomamos una copa y poco a poco aumentamos las copas para sentirnos ebrios y felices.
Empieza uno a fumar y poco a poco necesitamos más humo y más tabaco. La necesidad de aumentar las dosis se apodera, por ejemplo, de los drogadictos que se hunden en un camino que no tiene límites y conduce al desastre. Ocurre lo mismo con el odio. Es una adicción que poco a poco necesita aumentar sus dosis. Lo hemos comprobado en la política de la derecha, desde EEUU hasta Europa y España. La crispación va en aumento, el odio se hace dominante cada vez con más fuerza, se pasa de las críticas apasionadas a los insultos desaforados.
Se llega incluso a convertir la tristeza de un atentado violento en una llamada a la violencia, matar al otro, pasar de una paliza a un genocidio. El odio llena mítines, redes sociales y estadios de fútbol. Por eso conviene recordar que poco a poco se puede también elegir el camino de vuelta a la serenidad. Se puede poco a poco dejar de beber como hizo Manuel Machado. Se puede abandonar la adicción al odio. La democracia y la convivencia en España saldrían ganando en las calles si los drogadictos del odio quisieran entrar en un periodo de desintoxicación. Poco a poco. Un buen deseo para empezar el día.




