Diario de la San Diego Comic-Con de Málaga: Día 0, el despertar de la fuerza

Málaga

Durante esta semana Atocha podría ser perfectamente Madrid-Atocha-Almudena Grandes-Luke Skywalker. Riadas de personas cogen el AVE dirección a Málaga con camisetas que dejan claro que One Piece, Naruto, Spider-Man o Darth Vader están entre sus intereses.

No funciona la megafonía de Atocha y una chica de ADIF pasa con un megáfono anunciando el tren a Málaga. Alguien que corre hacia la cola sugiere "que podía haber avisado con la marcha imperial". Risas.

Entro solo al tren. Vagón 3, asiento 15, como el número 15 de Amazing Fantasy de 1962 en el que apareció por primera vez Spider-Man. Sé que si mantengo ese dato en la cabeza pronto encontraré a alguien como yo en el vagón.

Ni siquiera me hace falta demostrar que soy un friki. Al entrar dos chicos se enseñan imágenes en los móviles. Uno de ellos construye con sus propias manos alucinantes cascos de piloto, réplicas de los originales de la saga Star Wars. El otro va viendo pasar las fotos y, con una prodigiosa memoria, va diciendo exactamente los nombres de las naves, el piloto que llevaba ese casco y algún dato curioso más. Es una enciclopedia andante de la saga de Lucas. Sabe diferenciar cualquier tipo de objeto que aparece en las películas. El vagón escucha entusiasmado. Por un momento creo que no voy con Renfe, sino en el puente de mando del halcón milenario, la Enterprise o la Serenity de Firefly.

Todo esto sin salir de Madrid-Atocha-Almudena Grandes-Naruto-Luke Skywalker.

Me siento nervioso en mi plaza Spider-Man. El chico que me ha tocado al lado… ¿No va a la Comic-Con o qué? No me defraudes, amigo. Que ya me has visto que estoy escribiendo un diario de esto para la SER.

De repente, saca el iPad y un pequeño lapicero electrónico. Abre una app y… ¡Bingo! Como dice el profesor Xavier, "no es fácil ser diferentes, pero eso nos hace fuertes".

Mi compañero de viaje, en silencio y discretamente, empieza a dibujar un cómic. Cotilleo un poco (perdón) y veo que es tipo manga, en inglés. Está repasando algo que ya tiene dibujado. Una historia de un padre y un hijo plagada de katanas y saltos. Tiene un talento brutal.

Durante todo el viaje, mientras veo un par de capítulos de The Strain de Guillermo del Toro, y mientras noto como el paisaje se vuelve más del sur que Madrid, de vez en cuando cotilleo un poco más (perdón) a mi compañero dibujante. No hablamos, solo admiro que alguien sepa crear algo tan delicado y bonito en su iPad. El mío solo lo usé para jugar al Angry Birds.

Al llegar a la estación de Málaga-María Zambrano veo, nada más bajar, una estatua del capitán América. Málaga-María Zambrano-Steve Rogers, por tanto.

Voy a comer algo. Relajarme un poco antes de estos días tan especiales que vienen. En un rato tengo un pase de prensa de una peli que creo que no puedo contar todavía que voy a ver.

De aquí al domingo, el capitán Rogers nos ha llamado aquí a 120.000 personas. A la fiesta del frikismo, pero también de la creatividad y el buen rollo. Lo contamos en la SER.