'Un fantasma en la batalla', la vuelta a lo grande de Díaz Yanes que muestra la historia de España a través de la lucha contra ETA
El director se acerca a la desintegración de la banda terrorista a través de una infiltrada de la Guardia Civil, una espléndida Susana Abaitua, en un filme clásico y lleno de tensión

Fotograma de Susana Abaitua en 'Un fantasma en la batalla'

San Sebastián
Dice Augstín Díaz Yanes que siempre quiso rodar un thriller como El samurai de Jean-Pierre Melville. Algo de ese clasicismo, de esa sinuosidad, del estilo y la tensión están en 'Un fantasma en la batalla'. La vuelta del cineasta madrileño al cine, después de ocho años sin dirigir, centrado en una de las partes del oficio que le más le gusta, el guion. Díaz Yanes, que tenía en mente esta historia desde hace mucho tiempo, ha presentado la película en el Festival de San Sebastián y en apenas una semana llegará a los cines.
Como en el filme de Melville, aquí la protagonista también debe sobrevivir de manera solitaria, silenciosa y aprendiendo los códigos de honor de cada ambiente en el que se inmiscuye. Susana Abaitua está espléndida en el papel de una Guardia Civil infiltrada en ETA. Un papel basado en muchas personas que pusieron en peligro su vida para conseguir información de primera mano dentro de la banda terrorista a finales de los años noventa y los 2000. "Necesitaba entender al personaje, qué había ahí y qué te mueve a dejar tu vida por esto. A raíz de encontrarme con gente, de tener conversaciones que que me ayudaron mucho, pude acercarme a esa manera de vivir. Yo elegí mi opción como actriz, una especie de grieta que me permitía entrar", nos dice la actriz.
Un código del honor distinto al nuestro, como define el director, que se parece también al del héroe del wérstern. "Es cuando visitas el sur de Francia te das cuenta de que es Melville puro. Esas carreteras, esos coches. Si me preguntas los cinco mejores actores de la historia, ahí está Alain Delon. Entonces yo le dije a Susana que era Alain Delon. Y hemos hecho una película con muchos silencios, con menos diálogos. En realidad, El Samurái en realidad es un western. Melville tenía al actor adecuado y yo a la actriz", elogia el director a Abaitua que hace un papel complejo, lleno de gestos, de miradas y que tiene el peso de haber tenido a una de sus amigas en la profesión, Carolina Yuste, interpretar a una infiltrada hace justo un año. "El reto era hacer entender el paso de los años, el miedo, la tensión pero sin mencionarlo, yo soy muy para afuera y este personaje era para dentro", añade la actriz.
"Hay algo en el personaje que viene de una cosa que le leí a Javier Marías sobre Liberty Valance y John Wayne. Es alguien que tiene un destino espantoso, o la matan o si se salva no va a poder contar su gesta y encima será demasiado mayor para rehacer su vida. Es como lo que le pasó a John Wayne con ese sacrificio que hace", explica el director.
La documentación ha sido clave para la elaboración del guion. Díaz Yanes conoció a muchos guardias civiles involucrados en operaciones similares, pero además, fue amigo personal de Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro de Interior en el gobierno de Zapatero y una de las personas que estuvo en el fin de ETA. "Está basado en algo real, eso es estupendo, pero puede ser que esas cosas reales no funcionen al trasladarlo al cine. Ahí es donde hemos ficcionado. Por ejemplo, el personaje de Iraia, está basado en mucha gente, pero en nadie en particular. Sabemos que existían etarras así y queríamos que conectara con la protagonista. También que nuestra infiltrada consigue desarticular todos los zulos, estaba dentro de esa operación, pero nos venía bien para la protagonista. Nosotros intentamos hacer una película". Esos zulos fueron desarticulados en la Operación Santuario, que fue la estocada de ETA en 2004. Todo es real, aunque esta es una película de ficción, insiste Díaz Yanes, que estudió historia y quien siempre ha cuidado esa parte de sus películas, tanto en las tramas sobre memoria histórica que aparecían en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, como en Alatriste.
"El problema es que estaba basada en hechos tan reales que los hechos reales se podían comer la historia. Hemos tratado de que no te comieran del todo haciendo un balance entre ficción y realidad". Pero además, el director no olvida el contexto histórico y político en el que nació la banda, ni evita hablar de las contradicciones y las barbaridades que también se cometieron por parte del Estado, con una mención explícita a las torturas del cuartel de Intxaurrondo.
El problema de Un fantasma en la batalla tiene más que ver con el éxito, el pasado año, de una película de temática similar, La infiltrada, que ganó el Goya ex aequo junto a El 47. "No me preocupa porque La Infiltrada ya ha ganado todo. La productora y la directora son muy amigas mías y Carolina está muy bien. Nos damos demasiada bola con esto. No veo pancartas por la calle diciendo que no haga una película similar", nos decía en La Ventana hace unas semanas.
En realidad, el cine español siempre ha contado el terrorismo de ETA. En contra de los bulos que algunos suelen lanzar, siempre se ha posicionado contra la violencia, ahí está ese rostro y esas manos pintadas de blanco de José Luis Borau, cuando era presidente de la Academia, en una gala de los Goya. Imanol Uribe, Julio Médem, Elena Taberna, Eduard Bosch, Iñaki Arteta, Manuel Gutiérrez Aragón, Borja Cobeaga, Diego San José, Jaime Rosales, Icíar Bollaín, Arantxa Echevarría son algunos de los directores que se han acercado desde ángulos distintos. El tema de las infiltraciones apareció en Lobo, la película de Miguel Courtois con Eduardo Noriega y, el año pasado con La infiltrada.
Sin embargo, Díaz Yanes ha planteado un acercamiento diferente, que más allá de la tensión del trabajo de la protagonista, elabora también un retrato de lo que fue la historia reciente de España. Para ello, es crucial cómo el montaje de Bernat Vilaplana, entremezcla las imágenes reales, aquellas que captaron las televisiones, sobre todo la ETB y TVE de los asesinatos de Gregorio Ordóñez, de Juan Mari Jaúregi, Francisco Tomás y Valiente, de Miguel Ángel Blanco o el secuestro de Ortega Lara.
Hay además una decisión interesante sobre la representación de la violencia. "No es lo mismo hacer una película sobre 'gánsters' que sobre una historia real. Tienes mucha responsabilidad moral y cinematográfica", insiste. De hecho, el filme ha contado con la complicidad de muchas víctimas y familiares de víctimas. "El resultado ha sido bonito y emocionante".
Andrés Gertrúdix, como el jefe de la Guardia Civil que dirige la operación de Amaia, Iraia Elias, como la etarra que acaba siendo amiga de la infiltrada, Raúl Arévalo y Ariadna Gil como el resto de miembros de ETA con los que convive o un cameo del director Jaime Chávarri, son los protagonistas de una película producida por Belén Atienza, Sandra Hermida y Juan Antonio Bayona —el mismo equipo que produjo La sociedad de la nieve— y será distribuida por Netflix.

Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...




