"Compartí piso con una cabeza de cerdo": la anécdota más surrealista de Maya Pixelskaya

Maya Pixelskaya (Madrid, 1985) es presentadora de televisión, conocida popularmente por ser una de las colaboradoras de Zapeando. Experta en videojuegos, también es presentadora del pódcast Gente muerte, de Podimo, en el que repasa algunos de los personajes de la historia y el arte junto a invitados especializados y humoristas, y dirige El condensador de fluzo de TVE.

Pero no tanta gente sabe que Maya Pixelskaya, antes de triunfar en la televisión, empezó como ilustradora. La madrileña ha expuesto en numerosas ciudades como París y Madrid, aunque, sin duda, uno de sus grandes logros es que sus dibujos aparezcan en el Club Gourmet de El Corte Inglés. "Sigo exponiendo porque ahí te pagan una vez la ilustración y la usan hasta que después de tu muerte", bromeaba en el último programa de A las bravas. Y es que, los dibujos que hay en los botes de mermelada de la propia marca Club Gourmet son suyos.

Muchas de sus ilustraciones se inspiran en la anatomía humana, a través de la cual lanza mensajes sobre la muerte y la vida. Con colores azules y rojos, Maya Pixelskaya representa distintas escenas en la que los personajes tienen aspecto cadavérico, centrándose en el interior. Hace unos años, en 2016, presentó su colección Osadías en el Matadero de Madrid, en la que adaptaba cuadros clásicos con su propio estilo, donde todo el mundo está muerto.

Una de las que han analizado en el programa ha llamado especialmente la atención de Raúl Pérez. El presentador la ha titulado Pesadilla de un vegano, pues mostraba dos cabezas, una de cordero y otra de conejo, vestidos con trajes que podrían pertenecer a Lope de Vega y Mr. Darcy de Orgullo y Prejuicio. "Generó conflicto entre los veganos", decía la artista.

"Poca gente puede presumir como yo de tener en WhatsApp al casquero de su barrio", continuaba Maya Pixelskaya, que ha confesado en A las bravas que trabaja con cabezas reales para inspirarse en sus ilustraciones. La presentadora de televisión ha contado lo que pasó cuando se le ocurrió pedirle una cabeza de cerdo.

"Me preguntó como la quería. Yo le dije que tal cual se la diesen, pero me insistió en si quería que me la afeitase porque a veces tienen pelo", recordaba. Cuando estuvo en la tienda fue a buscarla y no tuvo otro lugar en el que colocarla que en su habitación, es decir, convivía con parte de su obra. "Y compartía piso", ha añadido Maya Pixelskaya, asegurando que sus compañeros nunca lo llegaron a descubrir.