Pilar Quintana: "El cuerpo de las mujeres es como una casa sin puertas, todo el mundo se cree con derecho a entrar sin llamar"
'Noche negra' es la nueva novela de la escritora colombiana. Un viaje de la ciudad a la selva, protagonizado por una mujer que busca una vida más sencilla, pero que acaba sola en medio de una naturaleza salvaje, rodeada de animales peligrosos y hombres amenazantes

Pilar Quintana: “El cuerpo de las mujeres es como una casa sin puertas, todo el mundo se cree con derecho a entrar sin llamar”
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La prosa de Pilar Quintana (Cali, 1972) es "sutil y luminosa", destacaba el jurado del Premio Alfaguara 2021 cuando le concedió este galardón por Los abismos. Aquella novela tenía como telón de fondo el estrecho universo femenino formado por mujeres acomodadas a su vida que no pueden romper con una educación de otro tiempo. Más tarde llegaría a España La Perra, novela de 2017 que Alfaguara publicó en 2023 y que la escritora nos presentó en La Hora Extra. Una historia de maternidad, violencia, prejuicios hacia las mujeres y la discriminación, imprescindible para entender la evolución de la literatura en español, aportando nuevas miradas y reflexiones desde América Latina.
La Perra estaba ambientada en la selva, basada en las experiencias sobre la maternidad de la propia autora, y en ella aparecía un personaje que se ha convertido en protagonista de su nueva novela. Noche negra también aborda el racismo y la clase en un país como el suyo, Colombia, profundamente dividido. Ambientada a finales del siglo XX, antes de la aparición de los teléfonos móviles, Noche negra está protagonizada por Rosa, una mujer de ciudad, colombiana, que estaba deprimida trabajando en una agencia en Cali y que lo que quiere es llevar una vida simple. Un día muda junto a su marido, Gene, un irlandés que habla un español un poco torcido, a una selva a orillas del mar. Allí van a construir una casa con sus propias manos. Gene tiene que irse unos días y Rosa se queda sola, sobrecogida en la negrura de la selva, esperando que llegue el miércoles, la noche más negra, cuando la luna se va del todo y no se ven las islas, ni el mar ni nada. Sola en la noche negra.

Cubierta de 'Noche negra', de Pilar Quintana / Alfaguara

Cubierta de 'Noche negra', de Pilar Quintana / Alfaguara
Como escribes en la novela, Pilar, ¿qué tipo de mujer, tampoco lo harían muchos hombres, si es que alguno, se quedaría sola en una casa sin puertas en la selva? ¿Quién es Rosa y qué tiene de tu experiencia en la selva?
Yo también viví nueve años en la selva. Rosa está apenas recién llegada, es una mujer muy fuerte, que desafió los roles que le fueron asignados. Ella estudió en la universidad, en una época en la que quizás era más correcto para una mujer que se quedara en la casa y tuviera una familia. Ella decidió no casarse, decidió trabajar, ascendió en su profesión, no tuvo reparos en traicionar a quien le había tendido la mano por obtener lo que quería. Es una mujer fuerte y valiente, que no tiene miedos y que hace lo que quiere. Y, de repente, se encuentra sola, porque su marido tiene que ausentarse unos días, y empieza a sentirse vulnerable. Y creo que ese es el detonante de la novela, cómo a esta mujer tan fuerte se le derrumba esa imagen de sí misma que ella tenía y empieza a sentirse un animal de presa.
Hablábamos este verano con Glòria de Castro, una escritora catalana que nos presentaba una novela en la que una mujer deja la vida en la ciudad y se va, junto a su marido y su hijo pequeño, a una casa en ruinas en medio de un paraje devastado por un incendio, rodeado de una naturaleza violenta. Nos decía que le costaba encontrar en la literatura mujeres empoderadas que emprendieran este viaje de aventuras, que se enfrentaran a lo salvaje. ¿Te ha pasado a ti también?
Absolutamente. Mira que hay una larga tradición de novela latinoamericana de selva. Tenemos en Colombia La vorágine o Cien años de soledad, que tiene selva. Tenemos los cuentos y las historias de Horacio Quiroga. Y, más recientemente, tenemos novelas como las de William Ospina sobre la conquista del nuevo mundo, que son novelas selváticas, pero todas son historias muy masculinas, siempre con protagonistas hombres y las mujeres como accesorios, alrededor de la figura de este gran hombre que se enfrenta con los elementos. Y también tenemos esta tradición de, digamos, el ser humano enfrentado a la naturaleza. En escritores como Jack London, Joseph Conrad o Hemingway. Siempre esta fuerte figura masculina que se enfrenta a los elementos. Y yo sí creo que hacía falta novela sobre la mujer enfrentada a la naturaleza.

Rosa se queda ahí sola, comiendo arroz frío, pero no está sola. Hay humanos y también otros animales. Los chimbilacos, murciélagos vampiros capaces de desangrar a una pava en una noche. Las petaconas, unas enormes boas constrictoras, que con su abrazo silencioso asfixiaban a su presa para tragársela entera. Las chuchas, que degollaban a la víctima para beberse su sangre y dejar el cuerpo abandonado. ¿Cómo te has documentado para recoger toda la fauna y flora de la selva, que no es precisamente un campo de flores?
Bueno, yo viví nueve años en el Pacífico colombiano, en un acantilado selvático frente al mar, que es muy parecido al universo ficticio que creé tanto para Noche negra como para La Perra, porque transcurren en el mismo lugar. Durante los nueve años que viví allá, yo soy súper estudiosa, muy juiciosa, me dediqué a clasificar la flora y la fauna del terreno donde vivía. Con la ayuda de biólogos, con la ayuda de guías botánicas y de guías de fauna, como de las aves. Y llevaba un blog de fotos que todavía se puede encontrar en esa red que se llamaba Tumblr, que fue como famosa en un momento. Y ahí yo registraba con una foto los paisajes, pero sobre todo los animales y las plantas.
Y en ese proceso de registro y de estudio, ¿le perdiste miedo a la naturaleza?
No, para nada. Para nada. No deja de maravillarme. Decían las abuelas que no hay que tenerle miedo a los fantasmas, a los muertos, sino a los vivos. Y yo pienso que no hay tenerle miedo a la naturaleza de los animales y las plantas, sino a la naturaleza humana. Pero creo que también hay que tenerle miedo a la naturaleza y a la selva. La selva es un lugar terrorífico, no hay otra manera de narrarla. La selva es un lugar gótico.
Rosa está rodeada también de vecinos horribles que le miran el culo y le hacen insinuaciones. Bastó con que su marido se fuera para que se descaran todos, hasta los que parecían serios. "Pero tranquila, Rosita, que nosotros venimos y la consolamos", le repiten una y otra vez. "La trataban con deferencia. A ella no la respetan. ¿Me la dejaron solita?", le preguntan. Rosita, solita, ¿es machismo esta forma de dirigirse a una mujer con diminutivos?, ¿son más aterradores estos hombres que cualquier tarántula? ¿Hasta en las palabras más presuntamente cariñosas hay una amenaza?
Sí, en agosto conversé con editoras de Estados Unidos y Londres, que están, culturalmente, muy alejadas. Y todas me decían que en la novela se sentían descritas, sus propias vidas. Y es que las mujeres sufrimos esa amenaza de los hombres. Todas, desde niñas, en nuestras propias casas, en el trabajo, en el transporte público, por la calle, Y pensaba, después de escribir la novela, cómo el cuerpo de los hombres es una casa con puertas donde, para entrar, respetamos y tocamos a la puerta. Oye, ¿nos dejas entrar a tu casa? Pero las casas de las mujeres son una casa sin puertas ni ventanas, donde todos se creen con el derecho de entrar sin pedir permiso. No lo pensé así, pero así es en la novela, una casa sin puertas ni ventanas [como a la que se van a vivir] para representar el cuerpo femenino. Rosa está en una casa a la que todavía no le han puesto las puertas ni las ventanas y se siente aterrorizada. Es como nos hemos sentido las mujeres, una cosa que naturalizamos, vivimos nuestra vida como un animal de presa en la sabana africana, siempre con los sentidos despiertos y pendientes de las amenazas de las leonas y de las hienas que van a venir por nosotras.

Pilar Quintana presenta 'Noche negra' en La Hora Extra / Daniel de la Fuente

Pilar Quintana presenta 'Noche negra' en La Hora Extra / Daniel de la Fuente
Hay machismo incluso dentro del matrimonio, porque "Rosa es consciente de que un hombre nunca se siente en verdad satisfecho con una mujer que posee más dinero que él y que, por más cómodo que viva, en el fondo le guarda rencor y en algún momento necesitará castigarla", leo. ¿Siguen demasiados hombres -hoy- no soportando que una mujer los mantenga, que sostenga a la familia?
Yo creo que sí. Uno de los de los factores de la violencia familiar, de la violencia que pasa en los hogares, es cuando la mujer tiene mayor poder económico que el hombre. Ese sigue siendo uno de los factores precipitantes para que un hombre se sienta en derecho de violentar a la mujer. Y Rosa lo sabe. Rosa sabe que su poder económico, que es mayor que el de su marido, no es una fuerza que la protege, sino todo lo contrario, que la hace vulnerable.
Del machismo al racismo enquistado y heredado generación tras generación. Durante la novela, Rosa recuerda su infancia y a su abuela. Rosa procuraba dar un trato especial, más amable y respetuoso a los vecinos a los que su abuela despreciaba por negros. "No se dio cuenta de que esa deferencia era también una forma de discriminación, ni de que ella estaba contaminada por los mismos prejuicios de su abuela y los ejercía, si bien de modo sutil, hasta que llegó a vivir a una comunidad de pescadores negros en esta selva" ¿Somos todos, de alguna manera, racistas y no nos damos cuenta? El racismo como el machismo, se sigue heredando, reproduciendo hasta en lo más micro?
Yo creo que sí. No puedo hablar por España, pero sí por Colombia. En Colombia crecemos en el colegio oyendo que nosotros somos mestizos, lo cual es cierto, y que por nuestras venas hay sangre española, sangre indígena y sangre negra. Lo cual es cierto, ¿verdad? Pero se dice como si estuviéramos blindados del racismo. Y creo que no hemos tenido la conversación abierta sobre el racismo en Colombia y que es necesaria, porque no es lo mismo ser una mestiza blanca, del interior de una ciudad, que una mestiza indígena, una mestiza negra que vive en un lugar alejado de los centros urbanos. Una mestiza blanca, como yo, no ha sufrido el racismo como una mestiza negra del Pacífico colombiano. Y en esta novela tenemos una mestiza que se ha sentido blanca, porque en su familia es la más clarita. Y de repente, ahora tiene un novio que es irlandés y se da cuenta de que ya no es blanca. Pero se va a vivir a una población negra donde le dicen la gringa, porque está casada con un irlandés y, como él es blanco, a ella también la consideran una gringa, ya que también es más blanca que ellos. Al vivir en esa comunidad, se da cuenta ella que se ha sentido mejor y superior a su abuela, que era una racista, abiertamente racista que decía unas cosas espantosas. Ella creció en una sociedad que naturalizaba el racismo y, si bien ella se rebela contra el racismo más abierto, ella también, por haber sido criada en una sociedad que ha sido racista de una manera más callada, más sutil que ella, también lo es.
Rosa quiere dejar de ser una víctima, transmutar en un ser poderoso y violento para defenderse de la amenaza que para ella suponen todos estos hombres. Y empieza a ejercer violencia sobre seres más pequeños y desvalidos que ella, "más insignificantes", leo. Trata de justificar su violencia contra los insectos, como si fuera menos grave. ¿Vivimos hoy en un mundo en el que se legitima la violencia contra el más débil? ¿Se exterminan pueblos como si fueran insectos?, ¿Quién decide que una vida vale más que otra?, ¿Cuál es la reflexión que podemos extraer sobre la violencia en Noche negra?
Absolutamente. Lo estamos viendo hoy. Sucede delante de nosotros, un exterminio y un genocidio de un pueblo. Y no podemos hacer nada. Rosa necesita sobrevivir en la naturaleza y siente que es un animal de presa, que, si no saca la violencia que tiene adentro para defenderse en la selva, van a ir a por ella, a por su casa y se va a quedar sin nada. Pero no solo la selva, sino esta amenaza de la que ya hablamos, que es la de los hombres. Y empieza a preguntarse si va a tener que ejercer su violencia para defenderse. Hay algo en la violencia que es lo que nos ha permitido, como seres humanos, ser una especie exitosa. Y eso forma parte de nuestra animalidad. La violencia es necesaria para nuestra para sobrevivir. Digamos que si nos vamos vos y yo a vivir a la selva, como estamos, no vamos a durar tres días, ¿verdad? Y a Rosa le está pasando un poco eso. Se da cuenta que, si ella no saca su animalidad, su bestialidad, esa violencia que todos tenemos adentro, no le va a permitir sobrevivir.
"Matar indígenas, quemar casas, desplazar poblaciones, desaparecer gente. Lo habrán hecho mil veces en este país de mierda", dice Rosa. Con Pilar Quintana hemos conversado también sobre la violencia en Colombia, con ese enfrentamiento entre la guerrilla y el ejército que recoge en Noche negra. O de la salud mental, porque la abuela de Rosa sufrió demencia y ella también tiene tiene un ruido dentro de su cabeza. Toda la entrevista dándole al play o en tu plataforma de audio favorita.




