Diego Martín recuerda uno de los momentos más complicados de su vida: "Fue difícil de digerir"
El actor era aún un adolescente cuando vio por televisión la noticia
Diego Martín recuerda cómo se enteró de que su tío era uno de los jesuitas asesinados en El Salvador: "Estaba en primer plano, fue terrorífico"
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En 1989, un batallón de la Fuerza Armada de El Salvador asesinó a ocho personas en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) en el contexto de la guerra civil en el país. Cinco de los posteriormente calificados como mártires eran sacerdotes españoles. Las víctimas fueron los jesuitas Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes Mozo, Amando López Quintana y Juan Ramón Moreno Pardo.
Precisamente, uno de ellos, Ignacio Martín Baró, es el tío del actor Diego Martín, conocido por sus papeles en series de televisión de éxito como Aquí no hay quien viva, Velvet o Élite. Psicólogo, filósofo y sacerdote jesuita, dedicó gran parte de su vida a la investigación de la realidad social y política de El Salvador, donde residió casi toda su vida.
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"Hay episodios de rincones de la memoria que uno no visita mucho y cosas que deberían quizás haberte marcado más o menos, que uno transiciona como puede por la vida y, sin embargo, ese es uno de los momentos que no recuerdo muy frecuentemente y que cada vez que sale algo relativo al tema, o que alguien me lo menciona, tengo muy fresco lo que ocurrió, cómo ocurrió y muchísimas imágenes", explicaba en El Faro.
El actor vallisoletano recuerda que lo más impactante fue, a pesar de no haber estado en la época de la inmediatez, verlo todo por televisión. "Empezamos a tener rumores a lo largo de la mañana, pero recuerdo perfectamente encender la televisión a las 15:00 de la tarde y, en el telediario, y ver a mi tío Nacho. Estaba en primer plano, fue terrorífico", decía. Se difundieron una gran cantidad de imágenes de lo ocurrido, algo que Martín recalca fue "difícil de digerir".
Además de una carrera académica brillante, Diego Martín recuerda que también tenía una gran afición por la magia. "Cada vez que hacía una visita, pasaba por casa y nos hacía un juego de menos. Era un tipo muy fuerte físicamente, siempre nos llevaba en volandas. Sin haber tenido una enorme relación porque no venía a menudo, deja esas trazas", sostiene.
